Capítulo 10

814 49 4
                                    

Narra Helios

Selene y yo habíamos crecido como gemelos, ella había sido mi mejor amiga desde que tenía uso de razón en este mundo y le quería demasiado como para hacerle cualquier mal. Sin embargo le había hecho algo tan feo y deshumanizado hasta para mi mismo, que sentía nunca me iba a perdonar.

Yo había vivido enamorado de Carolina Santander desde el tercero de primaria cuando me defendió en un partido de fútbol aleatorio en el recreo del colegio, era viernes recuerdo, ella y mi hermana eran las mejores amigas del mundo y aunque al principio sentí celos porque pasaba mas tiempo con ella que conmigo, todo eso desapareció con el tiempo... era una niña muy linda y agradable, además de ser una de las mejores de su clase como mi hermana.

Mi madre decía que yo tenía expectativas muy altas sobre las mujeres porque siempre tuve a Selene... y ella era la perfección hecha persona en todos los ámbitos, incluyendo el físico. Y quizá era cierto, yo siempre esperaba cualquier cosa de mis compañeras excepto que fueran tan perfectas como mi hermana, yo quería que la mujer de mi vida fuera como ella, así de perfecta e implacable.

Nunca le dije a ninguna de las dos, Selene o Carolina, lo que sentía en realidad; primero, porque cuando llegamos a la secundaria noté como ambas se derretían por el mismo imbécil, como ambas dejaron de ser mejores amigas por un chico, cualquiera diría que eso las separó para siempre, pero yo sabía la verdad... y eso no era así.

La primera vez que me decepcioné de la chica de mis sueños, tenía doce años y ella trece, llegó llorando a nuestra casa que afortunadamente ese día estaba sin nuestros padres y sin nuestros hermanos menores. Llegó y después de solo llorar sin responder ninguna de las preguntas que mi hermana le hizo, sólo respondió.

-Estoy embarazada...

Después de eso sólo lloró y lloró como por una hora seguida, mientras mi hermana acariciaba su cabeza y la consolaba. Para ese entonces las cosas iban un poco tensas entre ellas, pero aún existía la confianza de contarse una a otra las cosas que habían pasado, y el hecho de que habían sido amigas desde el kinder, sólo fortalecía el momento.

Fue una bala directo a mi puberto corazón enamorado, la chica de mis sueños tenía a otro, y quizá ese otro era mejor que yo porque hasta se había acostado con él, cuando a mi, ni la oportunidad de invitarle algo en el recreo me había dado, me sentí humillado y a la vez decepcionado de ella, ¿Cómo pudo dejar que eso pasara? ¿Acaso la profesora de relaciones humanas no le había explicado los métodos anticonceptivos desde primer año de la secundaria como a mi? ¿Cómo fue capaz de eso? Y sobre todo ¿Por qué lo hizo?

Me decepcioné aún más cuando dijo que abortaría, que su familia no podía enterarse porque eran capaces de dejarla en la calle en esas condiciones. Con eso me di cuenta que ella no era lo que yo pensaba, y tal como siempre lo hacía: la comparé con mi hermana, asegurándome de que ella nunca haría algo así, de que si la botaban de la casa ella hubiera hecho lo que sea para darle a su hijo lo que merece, así ella solo tenga catorce años.

Dos años después Carolina era considerada una zorra en todo el colegio, y no sólo por acostarse con toda la población varonil, disponible o no, del colegio, sino también por hacerlo con docentes... que obviamente le daban algo a cambio: notas, MUY buenas notas.

-Es una zorra... una maldita zorra ¿Por qué quiere justo a mi novio? Puede ir a coquetearle y abrirle las piernas al nuevo profesor de inglés, que para su buena suerte está buenísimo, soltero, y no sabe todo su historial- mi hermana me hablaba mientras peinaba su pelo mojado, largo, negrísimo.

-O sea, ¿Qué sí le aceptaste a Felipe? De nuevo- pregunté un tanto indignado.

-Venga, no es tan malo, él me ama y yo a él...- la miré con duda.

Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora