18. Ángel Caído

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"Entro a buscar pecados que no saben de amar
Que me liberen, que ardan en llamas, que sientan la voz de satán
Regresa junto a mí
Te llevaré hasta al fin"

—Ángel Caído - Agoney

🎼🎼🎼

Raoul ha perdido la cuenta de las cervezas que lleva encima, pero con ellas parece que sobrelleva un poco mejor el dolor agudo del pecho que, por lo visto, se ha empeñado en no desaparecer de su cuerpo. Tampoco lleva la cuenta ya de los desconocidos con los que ha bailado, pero poco le importa cuando tira de sus caderas el chico pelirrojo con el que lleva diez minutos bailando y pega su cuerpo al propio para empezar un vaivén de caderas acompañado. El rubio sonríe y le sigue el rollo.

—¿Como decías que te llamabas, bombón? —Pregunta, o más bien chilla, el desconocido en su oído.

—¡Raoul! —Responde el rubio con una carcajada sin ningún motivo—. ¿Tú?

—¡Agustín! Pero me puedes llamar Agus.

"Me cago en mis muertos, no podía parecerse más a Agoney, ¿no? Y mira que el capullo tiene un nombre difícil..." maldice para sus adentros el catalán.

—Un placer —dice en cambio Raoul.

—No, te aseguro que el placer es mío —asiente el más alto con una amplia sonrisa—. ¿Y qué buscas por estos lares, Raoul?

—Evadirme de absolutamente todo, dejarme llevar por el baile, el alcohol...

—¿Y un polvo? —Alza las cejas de forma sujerente el pelirrojo haciendo reír al contrario.

—Quizás un polvo —se encoge de hombros el bailarín.

—¿Y a qué estamos esperando, entonces?

—Es una buena pregunta, sí... —se permite reír el rubio antes de adelantar un poco su cuerpo hacia el contrario.

Agustín le sigue el rollo e imita sus movimientos para juntar sus labios. Raoul ya puede casi saborear la ginebra con limón que se está tomando el contrario cuando un tirón en su brazo izquierdo lo hace separarse con virulencia del pelirrojo. Algo desorientado, se voltea para entender qué sucede.

—¿Qué cojones...? —Frunce el ceño Agustín.

—Se lo ha pasado muy bien, majo. Nos vemos por aquí.

Realmente indignado, el chico pelirrojo se da media vuelta y sale en busca de su siguiente presa.

—¿Qué se supone que haces, Marcos? —Lo regaña enfurruñado el menor.

—Evitarte uno de los despertares más incómodos de tu vida, rey —le guiña un ojo el del pelo azul—. De nada.

—¿Por qué iba a ser incómodo?

—Porque llevas unas... ¿trece? cervezas en honor a un tal agonías diciendo que no te quiere y que es el peor día de tu vida y te quieres morir y bla bla bla, ¿y ahora vas a tirarte a un completo desconocido por puro despecho? —Razona su ex entrecerrando los ojos—. Suena a primero de arrepentimiento, la verdad.

—Ya, seguro que es por eso... —Ironiza el rubio tomando asiento en uno de los taburetes de la barra, con algo de dificultad debido a su altura.

—¿Qué insinúas, piojo? —Ríe Marcos tomando asiento a su lado.

—Que puedes ahorrarte ya el cuento este del ex que ha cambiado y quiere arreglar el desastre que causó, porque no pienso volver a acostarme contigo —sentencia sin rodeos el catalán—. Hay errores que solo se cometen una vez.

FALLING (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora