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En la carretera, estoy prendiendo un viaje con la compañía a mi lado y junto con mis nuevos colegas no tengo deseos de retroceder el tiempo

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En la carretera, estoy prendiendo un viaje con la compañía a mi lado y junto con mis nuevos colegas no tengo deseos de retroceder el tiempo. Siempre me ha encantado el paisaje que me rodea, sin dudas, era único para mí; tener mis alrededores como una muestra de libertad. Me quedé viendo el paisaje mientras me aferro a mis recuerdos.

Hubo un tiempo en que mi hermana y yo saliamos a jugar a cada rato. Para cualquiera se oye simple, pero para mí, era un día único y un momento especial.

Correr, saltar, gritar. Era lo que hacíamos en nuestros juegos. Hablar, hacer gestos, chistar. Era lo que me alegraba de ver lo bello de mi hermana.

Aún recuerdo sus cálidas palabras que daba con cariño para finalizar nuestra convivencia juntos. Las decía cada vez que pasábamos solos juntos y parecían más repetitivas por la rutina diaria que teníamos juntos, pero en realidad eran únicas.

—Un día hemos jugado, al otro día, vamos a soñar con cada minuto que hemos pasado.

Nunca había imaginado que las palabras de mi hermana podría ser las últimas que me hubieran encantado de escuchar. Calida voz eran más que bella que un silbido de un ave, y la semejanza que tiene con la majestuosa criatura, es el deseo de seguir adelante. Es así cómo veía a mí hermana.

La charla de estos señores se había tomado en cuenta mi ausencia para animar un poco el ambiente. Mi pasado era más valioso que el oro, sin embargo, mi cortesía; era lo único que me quedaba para llamarme "hombre".

—Noto tu vista muy desviada, pequeño amigo. — decía el señor David.

—Los paisajes son más interesantes que mis temas de conversación— aclaré, pero de sus bocas solo salía grandes carcajadas.

—Dinos Evan ¿Por qué decisdes escaparte?— preguntó el señor Thomas.

—Cosas… personales. Espero que lo entiendan. ¿Y ustedes quiénes son? ¿Viajeros?.

—Somos más bien aventureros que desean recorrer todo el mundo. Síguenos y lo entenderás— dijo David.

Mis preguntas habían dado una respuesta poco convincente, sin embargo, tenía las esperanzas de comprenderlo mejor; porque suerte, habíamos llegado a Manchester.

Bajamos del transporte y seguimos nuestro camino a pie. Sin tener idea de dónde íbamos, seguía cada paso que daba éste grupo de hombres. Me llene de valor a preguntar, pero, el señor David fue más rápido que un caballo para responder.

—Sólo vamos a traer algunas cosas. Si quieres, puedes quedarte.

Yo solamente asentí y me quedé quieto. Tanta gente caminaba, yo nada mas, los observé. Me había percatado que una bella dama tenía los ojos clavados en David y sus amigos, sin embargo, la manera que los miraba, era más bien de una mala cara.

—Discúlpeme, bella mujer ¿Por qué mira de esa forma a mis amigos? — pregunté teniendo curiosidad.

Ella solo me observó y me miró de forma desagradable —¿Tú conoces a éstos bueno para nada?.

—No entiendo cuál es el motivo para aborrecer a gente humilde como ellos.

Ella bufo y luego aclaró —. Eres muy joven para entenderlo, pero descuida, porque te explicaré: su estilo de vida de ir adonde quieran sin hacer ningún labor, eso es lo que hacen los vagabundos; vestirse con ropajes llenos de lodo igual que un cerdo, cubiertos con  polvo que un desierto y teniendo rasguños en sus prendas peores que de los harapos, eso es su estilo de vida. Te consejería que dejaras esta indecente amistad y te fueras a tu casa con tu amada familia.

—Le agradezco que me informará, pero yo seré quien tome la sabía decisión— dije en tono serio.

—Cono quieras.

Mostró un gesto de amargura ante mis palabras y desaprobó el camino que llevan mis amigos y yo. Para ella era desagradable la idea de vivir la vida de un lado a otro, pero para mí hay variedad que cualquiera puede decidir su destino. Lamentablemente, nuestros ideales van en argumentos diferentes que nos conducen a rutas separables.

Llegaron los muchachos con sonrisas en sus rostros y carcajadas en sus gargantas, los mire con alegría mientras que la mujer de mi lado no dio la cara.

—Buenas tardes, señorita— saludo Robet con su gentil voz y su reverencia respetable.

Con tan solo mirarlo, ella consideró ignorarlo; sin dar una despedida, se fue tan pronto como una brisa. En ese entonces mi sonrisa fue borrada y las risotadas de los señores iniciaron con la partida que dio la mujer. Me digne a verlos y ellos se silenciaron por causa de mi expresión de enfado.

—Entonces si son vagos— mi tono de voz los confundió un poco.

—¿Eso te molesta?— dijo Thomas.

—No lo somos, aunque si nos parecemos— replicó Robet.

—No sé si confiar en ustedes— dicho esto, decidí irme caminando alejado de ellos.

Mi pies iban adelante, sin embargo, mi destino era incierto; no sabía dónde ir, lo único podía recibir de la gente era nada más que sus empujones de sus hombros. Me fui a una esquina y así me libre de las molestias que les causaba a las personas en medio del camino. Desafortunadamente, un hombre no deseado me hizo compañía.

—¿Qué es lo que quiere? Señor David.

—Quiero que vengas con nosotros. No sé cómo llegó esta confusión tuya, pero te aseguro que no soy vagabundo — su rostro era pálido que incluso habla con franqueza.

—Pero no lo entiendo. ¿Exactamente qué es lo que hacen los aventureros como tú?— me había confundido que hasta ni siquiera sabía si debía molestarme con algo desconocido.

—Si miras adelante lo sabrás.

Mi atención fue desvida de David cuando me enfoque en ver un acto de bondad entre Robert y Thomas: dando conida a los hambrientos, ofreciendo ayuda a los necesitados y obsequiado un poco de dinero a los pobres. Mis ojos no creían en tales acciones como esas, sin embargo, mi corazón decía lo contrario.

—Entonces son personas que ayudan a otras personas— dije.

—Sí vienes con nosotros, te explicaré mejor.

Sólo me lo quedé mirando a los ojos, pero al final acepté su oferta de ir con ellos. El transporte que nos ha traído a  esta ciudad, había sido cambiado por una gran cantidad de dinero; Íbamos muy lento y sin apresura el paso. En la plena caminata, la voz de David hizo despejar mis dudas.

—No tenemos un trabajo. En lo único que nos dedicamos, es en explorar nuevos y viejos lugares en todo el mundo, y al mismo tiempo brindamos apoyo a cualquier persona que lo necesita.

Me pareció razonable estar colaborando con dar apoyo a las personas y me pareció correcto que no hay que recibir nada a cambio por el servicio, ya que mientras más vas dando frutos, Dios te  recompensa por tu esfuerzo.

No suelo estar solo, pero, así debo estar en este recorrido. Los muchachos tomaron una ruta a Londres, elegí ir a ese sitio, sin embargo, sería nuestra despedida. A pesar de nuestra separación, mi final de mi exploración aún no ha terminado.

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Evan: El Niño Aventurero Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang