El mar se balanceaba de un lado al otro, el olor a pescado era insoportable y el hambre me dominaba por completo

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El mar se balanceaba de un lado al otro, el olor a pescado era insoportable y el hambre me dominaba por completo. Todo eso me causaba mareos, sentía tantas náuseas que ni siquiera podía dormir en paz, tenía un dolor de cabeza fatal por la gran necesidad de comer y aunque parecía una locura, me surgían deseos de saltar al mar.

No estaba acostumbrado a este tipo de actividades, era mi primera vez que he andado en un barco en a flote al mar.

Cuando por fin llegué al destino prometido, varias voces masculinas se acercaron al cargamento y allí me habían encontraron. Dos hombres me agarraron de mis brazos para sacarme a la fuerza. El sol me había dejado ciego, sin embargo, pude visualizar al grupo de pescadores que me tenían como su rehén.

Uno de ellos preguntó: — ¿Cuáles son tus intenciones? Polizón.

—No quiero problemas, solamente me transporte al lugar que yo he querido por medio de estos métodos.

—Como por ejemplo meterte dentro de un barco de carga sin nuestra supervisión.

Me habían empujado fuera del barco, me estaban dando golpes en la espalda y en el rostro con remos de madera. Decían repetidamente "fuera, intruso" mientras el sólido material azotaba en mi cuerpo.

Yo me había quedado separados de ellos en una distancia prometedora. De lejos oía como empezaban a dar un gran bullicio de odio contra mí. Sus protestas fueron oídas por todo los compradores y vendedores.

—Si vuelves aquí, creeme que tu carne será nuestra carnada para las bestias del mar.

Por alguna razón me dieron escalofríos ante tales amenazas como esas. Di unos pasos hacia atrás, no obstante, no tuve preocupación con una persona que estaba en mi espalda. Voltee para ofrecer mis disculpas con dificultad, pero mi boca quedó abierta al encontrarme a la poeta.

La señorita Campbell se miraba totalmente diferente de lo normal. Había perdido toda su expresión artística, la alegría no se hacía vidente en su rostro y su vestimenta era común de lo normal. Con su mano derecha sostenía una canasta lleno de alimentos, y con la otra mano la usó para ponerme de pie.

Ella se puso de mi altura, sus ojos examinaron mis heridas, incluso comenzó a tocar los raspones de mi cara para confirmar mi dolor con mi reacción. Quería decir algo, sin embargo, el tiempo no era mi fortuna. Habia hecho una postura recta y firme y dirigió sus pasos hacia los pescadores junto conmigo teniendo mi mano agarrada. Los hombres miraron seriamente a la mujer que me traía, luego su expresión cambió de una forma más negativa al notar mi presencia del lado de Aisla.

— ¿Por qué tanta rabia con este niño? —preguntó ella.

—Se metió en nuestra carga sin nuestra supervisión, su nariz estaba husmeando donde no debía -decía el jefe de los pescadores.

—No era su intención. Es solamente un pobre niño indefenso con un corazón puro. Ustedes son más grandes que él, tenga más piedad por las acciones de un infante porque él aún no razona como tal.

Evan: El Niño Aventurero Where stories live. Discover now