Al llegar Oxford, los días se sintieron como semanas, las semanas se sintieron como meses y los meses se sintieron como años

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Al llegar Oxford, los días se sintieron como semanas, las semanas se sintieron como meses y los meses se sintieron como años. Sin duda, no podría asistir a Londres en una hora decente, requería de un vehículo, sin embargo no llevaba nada en mis bolsillos que tuviera un valor aceptable para un viaje.

Desesperadamente, fui solicitando oficios que me dieran lo que yo necesitaba, aún así, todos me rechazaron por cuestiones de mi apariencia infantil.

—Por favor, le ruego que me dé este empleo —estando de rodillas, suplicaba a una dueña de un local —, trabajaré día y noche, no será permanente, pero le aseguro que le seré de utilidad en una temporada.

La mujer negó con su cabeza y replicó mi mala noticia —. Yo no doy trabajos temporales y menos a señoritos como tú. Buen día.

Cerró sus puertas sin darme el permiso de pasar adelante, suspiré por un momento y luego proseguía hacia otra lugar.

Tenía la mirada baja al saber que cualquiera me rechazaba, mi entusiasmo positivo se había agotado en tan poco tiempo, pero algo despertó mi curiosidad; el público se reunía en un sólo espacio cerrado, tanta gente hipnotizada por algo desconocido. Me reuní en aquel grupo de espectadores para presenciar lo que sea que atraía a hombres, mujeres y niños.

Entonces la vi: una mujer de veinte años, cargado un chal como una utilidad para ser su capa y un vestido de lana azul oceánico; su piel es el invierno que se transforma en un color blanco y su pelo es un rubí oscuro precio que podría decirse que es completamente natural.

Al oírla hablar, me quedé maravillado por sus palabras abstractas.

— «Soñar es un camino duro que con lleva enfrentar el suelo ardiente, mas no tienen en mente de aquellas bestias indomables que impiden escalar la cima de la montaña. Soñar es un paraíso que cualquiera anhela ver su mísera florecer su jardín con rosas y margaritas. Mas la mujer y el hombre, renuncia tan pronto por su oscuridad que ha venido en el ayer. Vean el futuro, porque su oscuro cielo será de día.»

Su poesía brillaba tanto como una estrella, y no solo era mi opinión; los aplausos, los cumplidos y los exclamaciones de alegría venía más de la gente que de mí.

Todos daban su gratitud con dinero, algunos exageradamente daban una cantidad equivalente a una casa. Me sonprendi bastante al saber que con tan sólo exaltar tus palabras ganas una fortuna.

El público se iba del sitio para continuar con sus labores, mientras tanto yo me dispuse charlar con la poeta como todo un fanático.

Di una reverencia como muestra de un saludo encantador y di mis expectativas de su acto. Ella felizmente agradeció, luego se dispuso conversar.

—¿A qué ha venido un infante admirador como usted? —pregunta la dama.

—Solicito un trabajo temporal para regresar a Londres, esperaba que me lo diera una encantadora artista como usted —mis palabras fueron solamente modales, no obstante, por dentro deseaba dar simpatía para mis bienes.

Evan: El Niño Aventurero Where stories live. Discover now