—¿Cuál es tú nombre? Niño —preguntó la joven

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Cuál es tú nombre? Niño —preguntó la joven.

—Evan Clifford —respondí.

—Es un nombre muy agradable. A mí me nombraras señorita Mitman; no me dirás por mi apellido, recuerda ser un caballero y nombrame por mi apellido y por lo que soy.

—De acuerdo, señorita Mitman —afirme teniendo un gesto de un perezoso.

—Así me gusta. Te veré en mi hogar en una semana. Tan sólo no llegues —dijo ella con una voz de autoridad.

—No debe preocuparse porque no faltaré.

Habíamos quedado en acuerdo con la importancia que debía brindarle a esa  señorita vanidosa. Aunque tuviera una simple actitud arisca y un aprecio frío hacia las personas, debia darle mi apoyo; ella accedió ayudarme y ahora yo debo hacerlo también.

Por el momento, pude explorar al famoso Londres a mi libertad. Mientras andaba de turista, decidí buscar un trabajo favorable para mí, o al menos dar la ayuda adecuada al deseado.

Desafortunadamente, no había nadie quién requería de mis servicios. No hallé ningún empleo que me hayan requerido para mis beneficios, pero había pocos oficios que soy capacitado para realizarlo, sin embargo, siempre recibía el mismo criterio como rechazo.

—Este trabajo no se necesita la colaboración de un niño pequeño como tú. Lo sentimos mucho, pero no es requerida tu presencia.

Me tratan como un niño, me discriminan como un niño, para mí es molesto saber que la gente se interesa en lo que eres y no en lo que sufres. No ofrecen la oportunidad que prometen, en vez de eso, dan trabajo al capacitado.

Aunque suene tan cruel, la realidad no suele ser un paraiso.

Me quedo en aquel rincón que deposita basura y mal olor; allí claramente veo a la gente que sigue adelante realizando sus labores o yendo al mandato, pero de mí, no comparten mi tristeza en mi rostro y no se adentran en la oscuridad que me a traído a la desesperación.

Era más invisible que un fantasma, ni siquiera me daba la necesidad de atraer su atención, aunque por otro lado, no deseaba que me vieran como un pobre miserable.

Mis ojos ruegan para ver cielo, y cuando levanté la mirada, capté que dos personas se acercaban a mí: un hombre bien refinado con su sombrero y una mujer bien formal con vestido azulejo, ambos parecía tener cuarenta años, y contenía el mismo tono negro en su cabello y ojos.

Ellos lentamente se acercaron a mí, uno de ellos bajo la mirada teniendo marcada una sonrisa vacía, la otra se puso a mi altura mientras se agacha.

—Hola, pequeño. ¿Dónde está tu madre? —la mujer lucía amable, con una pequeña sonrisa empezó a socializar conmigo.

—No se encuentra a mi lado —contesté.

Ella acercó sus manos a mis hombros y sus ojos miraban a los míos. Mientras ella tenia una mirada iluminada y una expresión seria, sentía que quería leerme la mente.

Evan: El Niño Aventurero Where stories live. Discover now