Undécima noche.

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16 de Diciembre de 1998. 

Era de mañana y Louis sintió, por primera vez en mucho tiempo, cómo Félix se acurrucaba a la altura de su pecho, exigiendo que le rodeara con el brazo.

Los ojos de Louis estaban abiertos y él yacía mirando a la nada, por lo que con un corto suspiro rodeó a su gato, abrazándolo contra su ser.

—Hola amor...Gracias por intentar animarme —susurró con la voz ronca.

El chico de ojos azules estaba sufriendo de un intenso dolor de cabeza y unos ojos realmente hinchados por haber llorado hasta quedarse dormido la noche anterior.

Félix maulló escandalosamente, y eso sólo significaba una cosa. Louis debía levantarse y hacer algo productivo. Su gato siempre solía hacer eso cuando su amo estaba triste y pasaba los días en la cama.

Él simplemente bufó, mientras negaba con la cabeza levemente. Cerró los ojos y pudo sentir cómo sus propios párpados le quemaban.

—No puedo gordito...Yo...Tendrías que haber visto cómo él me golpeó...y luego cómo sus manos se pusieron en mi pecho y me echó hacia atrás —susurró con dolor, mientras que en su garganta se formaba un nudo y de sus párpados cerrados se escapaban unas pequeñísimas lágrimas.

—No sabes cuánto me recordó a él...por un segundo pensé que el tiempo se había vuelto hacia atrás.

Su gato maulló descontroladamente una vez, mientras se levantaba y comenzaba a caminar sobre el cuerpo del pequeño de ojos azules, quien ahora sollozaba apenas un poco.

—Félix...él...él fue muy fuerte y sentí que volvía a tener otra vez 14 años —sorbiéndose la nariz, Louis apretó las sábanas contra su ser, abrazándolas como más podía. —Félix yo no sé si pueda con esto, ¿qué hay si vuelvo a caer?. No sé si pueda seguir, tú eres mi razón. Tú y Harry, pero tengo miedo de defraudarlos a ambos. Y si lo hago, aún muerto cargaría con eso...Con que los defraudé —dijo con la voz rota, mientras apretaba sus párpados en un intento por detener su propio llanto.

Negó con la cabeza, mientras recordaba aquella oscura época en la que Louis había dejado de existir debido a su inactividad.

No comía, no se levantaba de la cama, no se bañaba. Aunque desease y se sintiese el ser más asqueroso del mundo, Louis no podía levantarse o siquiera moverse.

Era como si su cerebro y sus extremidades hubiesen estado en uan constante lucha.

Louis no existía para nada más que para pasar sus días recostado y llorando. Louis no podía salir, gritaba por ayuda pero era un grito silencioso al que nadie acudía. Estaba enfermo gracias a las bajas defensas por su inestabilidad emocional.

No podía salir del agujero en el que estaba estancado y estaba dejándose morir lentamente. Pero entonces, alguien dejó en la puerta de su casa un hermoso gato de raza, el cual estaba sucio y con el pelaje lleno de grasa de camiones.

Félix ayudó a que él saliese de ese agujero infernal en el que Louis estaba. No fue rápido, tardó meses. Pero con pequeños esfuerzos, Louis comenzó a levantarse de la cama, a pesar de llorar, se levantaba.

Comenzó a obligarse a comer sus cuatro comidas al día, y cada noche se arrodillaba y sobre su cama juntaba las palmas de sus manos, para así rezarle a su Dios que le diese fuerzas para continuar, y que no le dejase decaer.

Pero ahora Louis tenía un motivo más, y ese motivo tenía rizos y ojos verdes, sólo que él no lo sabía. Él estaba siendo fuerte por él, porque él también era el motivo para vivir de Harry.

Línea Suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora