Capítulo 29. Los líos y las confesiones a medias siempre atraen a la verdad.

110 8 0
                                    


YOLOTL.


De regreso al salón noto que Temo sale con lágrimas en sus ojos, he intentado detenerle, pero me ha sido imposible, Diego, corré directo tras él y en mí está el también hacerlo, pero justo veo a Aristóteles salir y por su expresión, puedo deducir que las cosas no estuvieron nada bien, así que decido ir tras él.

-¡Ari!-. Le llamo esperando a que se detenga y hable conmigo, pero al primer intento no funciona y tengo que hacerlo repetidamente.

-Déjame en paz, Yolo-. Me contesta sin mirarme, cuando llego a él.

Nunca me había dado cuenta de lo tan rápido que camina, he tenido que correr y aún cuando lo he alcanzado tengo que acelerar mi paso, impidiendo siquiera retomar el aliento. Pero aún así, eso no me detiene, así que me pongo frente a él y con mis manos sobre sus hombros anclo mi cuerpo al suelo para frenarlo, y al parecer funcionó.

-¿Qué quieres, Yolo?-. Me pregunta con un tono amargo.

-Espera, dejo tomo aliento-. Le digo entre cortada.

-Déjame en paz-. Me reprocha intentando apartarme, pero lo impido.

Estoy segura de que si él quisiera, podría apartarme de su camino sin problemas, pero lo que puede hacer está muy lejos de lo que quiere.

-Escúchame-. Comienzo a decir, recuperando mi aliento. -No necesitas contarme todo si no quieres, pero al menos déjame ser tu amiga, déjame escuchar tus sentimientos.

-Yolo, soy un idiota-. Comienza por decirme y cae en llanto, y cuando menos pienso su rostro está recargado sobre uno de mis hombros.

-Ari, ¿Qué pasa?

-Pasa que lastimé a una persona que no lo merecía, lo arrastré al dolor y en lugar de remediarlo, hui, hui como un cobarde y lo dejé con mil dudas, lo dejé pensando que la culpa era suya.

-Ari, todo tiene solución, inten...

-No, ya nada tiene solución, él ya no quiere hablar conmigo, nunca más.

Por más que sé de qué persona está hablando, prefiero no cuestionarlo sobre el hecho, estoy actuando como su amiga y le estoy escuchando, solo me limito a eso.
Dejo que llore sobre mi hombro, le doy tiempo y entonces se recupera y levanta su cabeza. Dentro de sus ojos hay dolor y arrepentimiento, ellos gritan por él todo el dolor que lleva guardado.

-Lastimé a Temo de la peor manera en más de una ocasión y me siento todo un imbécil por hacerlo.

-Aris-. Intento consolarlo, pero él me interrumpe para seguir hablando.

-¿Sabías que él está enamorado de mí?

Me suelta sin más, era evidente que yo no lo sabía, y estoy seguro que mi expresión refleja mi confusión, así que él continúa.

-O al menos lo estaba hace algunos meses-. Hace una pausa para pasar saliva-. Y yo sin saber lo que quería lo lastimé, lo lastimé de la peor manera, jugué con él y me arrepiento, me arrepiento porque ahora sé más que nunca que...

-¡Oye tú imbécil!-. Grita una voz conocida, interrumpiendo lo que Aris me estaba confesando.

Cuando apenas puedo procesar todo, Diego se abalanza sobre Aristóteles y le planta un golpe en una mejilla, él sin pensarlo se defiende y cuando menos pienso los dos están en un lío enorme, los golpes van y vienen, entre todo el alboroto solo puedo escuchar que Diego le reclama por ser un imbécil y por cobarde.

Como luz de rayo, que va y viene sin avisar, así mismo se formó un gentío alrededor de la pelea, con nosotros tres en medio, y yo hago lo que cualquiera, intento separarlos, pero me es imposible. Cuando menos pienso Temo me está ayudando, él empuja a Diego hacía él y yo a Aristóteles hacía mí.

Los rostros de ambos están bañados en sangre y aún entre jaloneos, estoy seguro que ambos quieren seguir peleando, pero se detienen por Temo.

-¿Qué está pasando aquí?-. Pregunta Grecia, la esposa de mi papá y maestra de esta misma escuela. -Vamos a la dirección, los cuatro.

Cuando recalca los "cuatro" me avienta unos ojos de que si fueran navajas hubiera penetrado mi cuerpo sin ningún problema, quiero explicarle lo sucedido, pero no me escucha y nos obliga a avanzar hacia dirección.

---

CUAUHTEMOC.


-¿Estás bien?-. Le pregunto a Diego, quien está sentado a un lado mío.

-Sí, esto no es nada.

Estamos sentados afuera de la oficina del director, esperando que se desocupe para "atender nuestro caso".

-Yo también estoy bien-. Suelta al aire Aris, para provocarnos.

-A ti no te preguntó-. Le contesta Diego, y sé que si no paro esto de una vez, va a terminar como hace unos momentos.

-Ya, por favor, paren ambos-. Digo al aire.

Parece que hizo efecto, porque los dos ceden.

-Aquí tienen-. Dice la maestra Grecia, mientras entra a la sala de espera y en sus manos trae consigo botiquines, los cuales reparte hacia los dos lados de la habitación.-Ayuden a sus compañeros, Yolo y Temo.

Ambos nos levantamos y tomamos los botiquines, Yolo va enseguida a intentar curar a Diego, pero la detengo y me adelanto.

---

YOLOTL.


-Ahora resulta que es su salvador-. Reprocha Aristóteles.

-¿Vas a explicarme qué está pasando aquí? porque ya no estoy entendiendo nada-. Le digo a Aris a modo de susurro.

-No hay nada que explicar-. Me contesta en el mismo tono que yo. -Habría que estar ciego para no notar que a ese imbécil le gusta Temo, se le sale por los ojo.. ¡Auch!

-Soportas golpes, pero no puedes soportar una pequeña curación ¿Qué clase de persona eres?

-Córcega, Ortega pasen a mi oficina-. Interrumpe el director

Ambos se levantan y van hacía la oficina y en la sala nos quedamos solo Temo y yo.

-¿Vas a contarme ahora lo que está pasando? -. Le pregunto

-De cualquier forma te vas a enterar, y que mejor que sea de mí.

Y así procede a contarme todo a detalles y me entero, así, de toda la verdad


*Últimos capítulos*

ARISTEMO. Las voces del corazón.Where stories live. Discover now