¡Hola, Florida!

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POR FAVOR, L E E R LA NOTA DE AUTORA, POR FAVOR!

Me desperté por la voz del piloto que hablaba por altavoz, y los primeros segundos estaba aterrada. Sí, ya me imaginaba al avión cayéndose en un desierto o en una selva tropical. Después entendí que estábamos aterrizando, y miré por la ventana. Gracias a que no existía diferencia horaria, ern aproximadamente las 12:30 del mediodía. Toda la tarde para nosotros, pero antes que todo, quería comer. Mi estómago secundó la moción rugiendo. La vista era preciosa. Agua azul por todos lados, playas por donde te lo imagines y palmeras por montón. Se me abrió la boca, Niall seguía dormido en mi hombro.

Me quedé con la cabeza pegada a la ventanilla del avión, prestando atención a cada detalle. Sentía que las olas me saludaban, que la ciudad tenía escrito “bienvenida a Florida, te ha estado esperando”. Sé que suena psicópata, pero es así, siento que Florida me había estado esperando, siempre quise visitar este lugar por sobre todo el mundo. 

Cuando literalmente estábamos a punto de tocar el piso, decidí despertar a Niall moviendo mi hombro. Él primero se removió incómodo, pero después fui brusca y pegó un salto en su asiento. Reprimí una risa.

—¿Te parece esa una forma de despertar a una princesa como yo? —perguntó con una mano en su pecho, notablemente actuando como si estuviera ofendido.

—Lo siento, había olvidado que eras Aurora.

Me miró confundido.

—Aurora es el nombre de La Bella Durmiente, idiota —dije pegándole suave en la cabeza.

La voz de la azafata calló nuestros murmullos con órdenes, otra vez. Esta vez sí hicimos caso.

—¿Listo? —pregunté haciendo una coleta alta con mi cabello.

—Entiendo la emoción, ¡pero no! —gritó desde el baño

—Tardas más que Maddie en sus días... —rodé los ojos.— Te espero en el parque trasero del hotel.

Bajé las escaleras apreciando todo. Él había pagado la gran mayoría, por no decir todo. Aún sostenía que el caballero debía pagar y la dama disfrutar. ¿Qué tan cliché podía ser eso? Tan asqueroso como dulce, esa era el tipo de relación que teníamos. Llegada al parque, los ojos simplemente se me abrieron. Era muchísimas veces más lindo que en fotografías. No había nadie por estos lugares, en realidad no era época de vacacionar en Florida. Seguramente que eso fue lo que hizo que nos decidamos a venir. Entre artificial y humano, había una pileta, algunas baldosas que llevaban al césped, sillones con una mesa y una fogata artificial pequeña en ella y, en una esquina, una cascada armada puramente con piedras naturales. Parecía bastante pacífico. Me había decidido a esperar a Niall junto a la piscina, pero sus brazos me frenaron, abrazándome por la cintura. 

—Listo —habló separándose. —¿Y tú?

—¿Para conocer Florida? Lista y dispuesta —respondí.

Estaba haciendo frío, ya eran aproximadamente las siete de la tarde pero aún nos encontrábamos en una playa completamente vacía. Había gaviotas por todos lados, y de cierta forma el sonido que hacían me relajaba. Yo estaba hasta las rodillas en el agua, los brazos abiertos al costado y el viento pasando abajo de ellos. Me sentía un pájaro. Niall estaba sentado en la arena, mirándome, o mirando el horizonte. No lo sabía. Me acerqué y le tiré agua, sacándolo de su ensueño.

—Ven a ser un pájaro conmigo, amargado.

—No estamos en Diario de una Pasión, Brooke —dijo gracioso levantándose.

Detrás de las cámaras » n.h «Where stories live. Discover now