Almohadas y corazones.

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—Eres un maldito y malvado diablo, Madeleine.

—Un diablo atractivo, Brooke.

Después de unas semanas de que le escribí la carta a mi padre, decidí que era buen momento para hablar con Maddie y pasar tiempo con ella. No sólo para contarle mis desgracias, pero más para recuperar el tiempo que comenzamos a perder cuando me enamoré de Niall.

Habíamos pasado la tarde comiendo Skittles y mirando alguna que otra película, pero cuando el sol se empezó a poner nos aburrimos y decidimos hacer algo más interesante. Nos encontrábamos jugando a las cartas. Suena a una tarde de bingo en el asilo más cercano, pero era divertido. Cada vez que una perdía, tenía que cumplir una prenda. Esta vez yo perdí, y me tocaba cumplir mi prenda, ya que Maddie cumplió todas las que le puse. ¿Su prenda? Tenía que salir a la calle en un pijama de ositos y un gorro de invierno (¡en primavera!) a preguntarle a 5 personas mayores si no habían encontrado mi pequeño peluche porque “no podía dormir sin él, era mi seguridad y respondía al nombre de Pluffy”.

Así que aquí me encontraba yo, maldiciendo a Maddie entre risas y cambiándome al pijama de la prenda. Aunque si tenía que ser sincera, en realidad no para de reír. Simplemente sabía que iba a ser divertido, era mejor que quedarme hablando con ella toda la noche de mi amor no correspondido por Niall.

En la calle, pasaban más que nada adolescentes. Adolescente borrachos, adolescentes tristes, adolescentes sin rumbo, adolescentes con el futuro planeado, adolescentes hablando, adolescentes muy ocupados en su celular. Pero personas adultas, ninguna. Bueno, en realidad, sí había alguien. Un hombre, en la esquina, con apariencia sospechosa, una sudadera negra y el teléfono constantemente en su oreja. Para el momento en que iba a darse vuelta, Maddie me hace señas en silencio de que hay una mujer de unos 70 años pasando, que me apure a cumplir la prenda porque quiere hacer otra cosa. Así que me acerco y le pregunto. La mujer se me quedó mirando con el ceño fruncido y me dijo algo así como que debería dejar de drogarme y, aguantándome la risa, la dejé ir.

Cumplí mi prenda con dos personas más, tan solo quedaban dos y el hombre de la esquina seguía allí, con su mismo aspecto sospechoso. No me daba buena espina. Pasó una chica de mi edad por delante de él, con una vestimenta que dejaba no mucho a la imaginación. Pude ver como se le llenaron los ojos de lujuria al hombre y como le decía alguna cosa que solamente los hombres asquerosos podrían llegar a decir. Pero me impactó lo que hizo ella en respuesta.

Se acercó a él, supongo que para decirle algo o ponerlo en su lugar pero él la besó tocándole absolutamente todo el trasero. Ella no podía zafarse, y realmente quería hacer algo para ayudarla. Los movimientos del hombre me recordaban mucho a esa noche cuando... Entonces el hombre me miró, aún teniendo a la chica (la cual ya estaba llorando) atrapada por el culo. Y lo reconocí. No repetiré la cantidad de blasfemias que se me cruzaron por la mente. Quería correr. No quería otro beso asqueroso ni estar en ese lugar oscuro donde casi me violan.

En nuestro propio idioma, le dije a Maddie que llamara a la policía. A ella no la conocían mis secuestradores, así que no se darían cuenta. Fui caminando a paso ligero hacia el hombre, sin realmente estar pensando en lo que hacía. O en las consecuencias.

—Suéltala.

—Miren quién ha llegado —dijo comiéndome con la mirada.

Me acerqué lo suficiente para tratar de zafar a la chica, pero en su lugar, él me atrapó a mí también. Por el trasero. Me sentía violada, por la mierda.

—Así que esta noche haremos un trío, ¿pequeñas? Y ni se les ocurra tratar de escapar, tengo con que frenarlas.

Aunque estábamos en público, nos refregó su maldito bulto en las piernas a ambas. No sabía si escupirle la cara, vomitar, pegarle en su intimidad o todo a la vez. Pero no hice ninguna y, de alguna forma silenciosa, llegó la policía. Lo vio con nosotras dos así, y se convencieron de arrestarlo en cuanto la otra chica formuló la palabra “ayuda” con sus labios. El hombre no pudo hacer mucho (gracias a Dios), estábamos en un espacio lleno de gente, no tenía para dónde correr.

Hablamos con los policías, quienes me reconocieron, y les conté que ese hombre era el que había quedado suelto cuando me secuestraron. Eso los convenció aún más de su culpabilidad, y sin más vueltas, nos dejaron ir.

Otra vez dentro de la casa de Maddie, llamé a Niall para contarle lo sucedido. Primero maldijo, pero después se alegró de que lo hayan agarrado y de que ahora estaría completamente segura. Me pidió que lo ponga en altavoz, y lo hice.

—¿Qué quieres para tu cumpleaños? Falta menos de una semana.

—¡Niall! No quiero nada, no me gusta festejar mis cumpleaños.

—No importa, yo te conseguiré algo.

—Igual yo —interrumpió Maddie.

—Así como ustedes planeen algo, se tendrán que olvidar de mí —amenacé.

—No me podré olvidar de ti, dulzura —me sonrojé y sonreí, con Maddie haciendo morisquetas con la boca.— No hasta que termine el contrato.

—¿Así de fácil soy de olvidar, Horan? —me victimicé.

—No, pero no es el tema de conversación. ¿Qué querrás?

—No a ti —me reí.

—Claro que no —alargó Maddie dándose vuelta. Le revoleé un almohadón.

—Me ahorraré mis comentarios y haré como que Maddie nunca dijo nada.

—Gracias —contesté, dirigiéndole una mirada asesina a Maddie que se encogía de hombros.

—Iré a pensar algo interesante que regalarte, buenas noches.

—Oh, ¿tú piensas? Qué noticia. Buenas noches, Horan.

—Ya cállate, Brooke —me respondió antes de cortar.

Hice el número 5 con mis dedos, dándole a entender a Maddie que tenía cinco segundos para correr antes de que la matara. Casi literalmente. Aunque en realidad terminó en una guerra de cosquillas, y luego de almohadas. Así somos, supongo.

Con la luz eléctrica apagada pero la de la luna entrando por la ventana, me quedé mirando al techo y a como Niall había dicho lo de olvidarme después del contrario. ¿Lo decía enserio? ¿O sólo me quería hacer enojar? Porque más que enojo, me produjo tristeza. Pero no creo que lo haya hecho a propósito.

De todas formas, mientras me iba quedando dormida, una lágrima se me escapó y humedeció ligeramente la almohada donde se encontraba mi cabeza. La lágrima se impregnó en la tela de la misma forma en que Niall se metió debajo de mi piel. Lentamente, como algo que podrías llegar a evitar, pero que no eres lo suficientemente rápido o listo como para lograrlo. Y una vez impregnada, ya no la puedes sacar. Queda allí, y seguro que deja una marca. Como la que Niall está dejando en mi corazón, cada vez más profunda y dolorosa, pero igual de placentera.

♡ Nota de autora, ¡LEER! ♡

Bueno, volví de mis vacaciones con inspiración y les dejo este capítulo. No suelo hacer N/A porque a mí usualmente me aburren, por eso hago las necesarias.

En esta nota de autora, les voy a pedir y avisar. Les pido, hermosas lectoras, que por favor voten y comenten. Si bien los leídos me entusiasman, no hay nada como un lindo comentario apoyándome. Eso me entusiasma más que nada a seguir.

Y bueno, el aviso es que, como he visto en otra novela, se dedican capítulos. Así que (no creo que pase porque bueno, no es una novela taaan buena), si alguna quiere un capítulo dedicado, puede pedirlo.

Gracias por leerme.

♡ Las amo ♡.

Detrás de las cámaras » n.h «Where stories live. Discover now