Central Park.

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—Entonces saldrán a caminar a Central Park de la mano. Un abrazo y sin besos por ahora, ¿de acuerdo? —dijo Paul del otro lado de su computadora.

Suspiré dramáticamente.

—Bien. Mientras menos contacto, mejor. —respondí fría. 

Niall rodó sus ojos.

—No me hagas gestitos, Horan. Te estoy haciendo un favor, ¿lo olvidas?—le dije agresiva.

—No es un favor si te pagan —contraatacó.— ¿Lo olvidas? —finalizó imitando mi tono.

Bufé. Paul volvió a tomar la palabra.

—4 pm. Tú en la casa de ella. 

—Bien —dijimos al unísono y miramos mal a la cámara, como si nos tuviéramos enfrente.

Paul salió de la videollamada.

—Diablos, Brooke, ya... —empezó Horan.

—Cállate. —le espeté para terminar la llamada de Skype.

Dios, era tan insoportable. Sí, Niall Horan. Con él salgo, por contrato. Todo para sostener a mi familia. Como ahora la que, se podría decir, trabaja, soy yo, mi madre no se ha molestado en buscar un trabajo. Pues, mejor se ponga a buscar uno porque en cualquier momento mandaré a la mierda a este idiota que tiene la cabeza llena de fama.

En fin, me metí a la ducha previamente habiendo elegido un bonito vestido de verano (uno de los que Paul me había dado para salir con Niall frente a las cámaras), unas sandalias abiertas y el bolso que llevaría. Cuando salí de la ducha, me preparé, me puse maquillaje, sólo lo básico para salir a caminar al parque con la súper estrella Niall Horan, frente a las cámaras. Me coloqué algo de perfume que logré comprar gracias a la paga de Paul, y bajé al salón.

Allí estaban mi hermanita, Emily, y mi madre, Caroline. 

—Hey, Em —saludé a mi hermanita. 

—¡Brooke! —exclamó ella corriendo a abrazarme. Era tan tierna la pequeña— ¿Saldrás hoy con Niall, verdad?

Suspiré exageradamente, lo que logró que Emily riera.

—Sí, pero prometo volver temprano para jugar contigo —pellizqué su nariz.

—Quiero que vuelvas antes de cenar, Brooke —dijo mi madre en tono autoritario, sentada en el sofá frente al televisor.

—Como digas —respondí cortante.

No hablaba con mi madre desde que tomé el trabajo de ser la novia de Horan. Es decir, claro que lo soportaría un tiempo porque necesitábamos el dinero y ella no podía conseguir un verdadero trabajo fácil, pero mierda, ¡había pasado medio año de la muerte de mi padre! Mi madre se había recuperado emocionalmente, pero vivía de mí. Y eso me hizo odiarla, profundamente, con todo mi ser. 

—Más respeto con tu madre, señorita —me regañó mi madre enojada, quitando la vista del televisor.

¡La primera vez que la hacía enojar lo suficiente para que quitara la vista del televisor y me mirara a mí! Diablos, este día quedaría en mi mente por el resto de mi vida. 

—Lo siento, querida madre —respondí sarcásticamente, acompañando la respuesta con una reverencia. 

Mi madre estaba a punto de responder alguna grosería, lo sabía, pero el timbre sonó. No sabía si estar agradecida o no. Sabía que era el maldito de Niall, pero debía admitirlo: me había salvado.

—Antes de la cena —repitió mi madre volviendo su vista al televisor.

Rodé los ojos y me paré frente a la puerta. Suspiré. Respiré profundo tres veces. Miré el espejo y arreglé mi brillo labial. Hice caras raras, fingí una sonrisa y abrí la puerta. Allí se encontraba él parado, con una camisa blanca, limpia y planchada, metida dentro de unos jeans negros que colgaban de sus caderas y unas converse gris. Odiaba la forma en que combinaba su ropa. Es decir, ¿no conoce otros colores que no sean blanco, negro y tonos de gris? Por el amor de Dios. 

Detrás de las cámaras » n.h «Where stories live. Discover now