II

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Caminó hasta la tienda esa mañana. No podía evitar mirar para todas partes, aún incrédula de que lo que había sucedido la noche anterior había sido un sueño.

Tenía sentido, sí, pero nunca había tenido un sueño que se sintiese tan real. Tampoco podía creer lo vívida que recordaba la cara del chico. Con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos rojos como si estuviesen increíblemente irritados, pero que no se cerraban, esa mirada... Completamente demente, con la piel tan blanca que parecía que nunca había visto la luz del sol. Pelo azcabache y chamuscado, el cual parecía una peluca horrible.

"May" Llamó su atención Félix "¿Te sucede algo?" La chica pestañeó un par de veces y lo miró.

"¿Qué?" Aunque había escuchado claramente la pregunta su mente no podía formular una respuesta.

"Pregunté si te sucede algo... ¿Estás bien? ¿Te sientes enferma o algo?" La rubia negó como pudo, aún mirando a un punto fijo, sin poder volver del todo a la realidad.

Hubieron unos minutos de silencio, y como si se hubiese reiniciado, le dijo "Vamos, hay que hacer los conteos". El rubio la miró completamente desorientado, pero asintió y pasó al frente de la tienda.

La mañana pasó increíblemente rápido para May, quien estaba completamente sumida en sus pensamientos y necesitaba varias repeticiones por parte de los clientes, su cabeza daba vueltas y vueltas alrededor de la noche anterior. Olvidándose incluso de comer en su descanso, mirando a un punto fijo constantemente y no respondiéndole a Félix cuando le hablaba.

"Hasta mañana" La chica no esperó una respuesta y comenzó a caminar hasta su casa. Se sentó en el sofá, contemplando nuevamente lo que había pasado la noche anterior.

No hay forma de que sea él... Es sólo una leyenda urbana. Se repetía la rubia.

Luego de media hora más de contemplación, decidió que ir a la biblioteca a buscar aún más información del tal. Jeff The Killer sería buena idea.

Sus búsquedas por Internet la terminaron llevando a otras leyendas urbanas parecidas a la de Jeff; como la de Jane The Killer, Ticci Toby, Bloody Painter, Sally, e incluso, la del popular juego de Slenderman.

Definitivamente no hay forma de que todo esto exista... Fue solo un sueño el de ayer. Por más que se lo repetía, su mente seguía intranquila, y las imágenes se sentían cada vez más y más vividas en su cabeza.

Tengo que volver a mi casa, debo comer algo, tal vez esté así por el hambre... Sí, de seguro es eso.

Al llegar a su casa se hizo un tazón de fideos instantáneos, pues no tenía ganas de pensar en nada elaborado, ni de cocinar. Le puso algo de agua hirviendo a los fideos y esperó hasta que estuviesen prontos, jugando el juego del día anterior.

Comenzó a comer el ramen, mirando fijamente a la pared, pues no tenía nada más que ver, hasta que de repente, una sensación de malestar y mareo la invadió. Corrió cómo pudo al baño y abrazó el inodoro mientras vaciaba todo el contenido de su estómago en este. Mierda, no otra vez.

Ya habían pasado un par de años desde que estos incidentes eran algo frecuentes en la vida de la rubia, pues, desde que se había mudado a el pueblo, y había comenzado a vivir con Alec, su bulimia había desaparecido.

Se paró cuando dejó finalmente de vomitar, tiró la cadena, y se comenzó a forzar a comer. No, no hay forma de que esto me vuelva a pasar, no ahora, basta. Lloraba la chica, mientras comía el resto del ramen instantáneo del tazón.

No demoró mucho tiempo en ir nuevamente el baño, y echar todo lo que había comido ese día por el caño.

Se durmió con hambre y lágrimas en los ojos; tal como había sido costumbre hacía ya unos años, cuando lo hacía porque quería adelgazar, y no porque su cuerpo había dejado de tolerar la comida como una persona normal. Le había costado muchísimo volver a tener una vida normal cuando habia decidido parar, y aunque a veces se mareaba, solamente cuando realmente se sentía mal psicológicamente era cuando recurría a esto, o más bien, su cuerpo recurría a eso.

Ni siquiera cuando Alec se fue hice esto, o cuando mis padres me dijeron que no podía volver a casa... ¿Por qué ahora?. Fueron sus últimos pensamientos antes de dormirse nuevamente.

Más de una semana había pasado desde aquella noche, y la bulimia de May no había mejorado en nada. Ya no llevaba comida al trabajo la mayoría de días, pero cuando lo hacía, se forzaba a comer frente a Félix, para que no se preocupara. Sin embargo, en el momento que el chico se iba al frente, la rubia corría al baño a echar todo los contenidos de su estómago.

"May" La llamó Félix "¿Estás bien? Has estado adelgazando mucho en esta semana..." Comentó. ¿Tú que sabes?, estoy cada vez más gorda... Su mente no dejaba de repetirle cosas malas sobre su cuerpo.

"No he hecho nada" Se encogió de hombros.

"Oh... Está bien... Debo haberlo imaginado" Y aunque la había dejado en paz, May no le creía del todo al chico.

Su mente ahora estaba concentrada en volver a su casa, donde tenía una baguette con la cual pensaba hacer un sandwich mientras miraba videos en su celular, pues ahora, se había comenzado a pagar Internet para su celular, de forma que no tenía que estar en la biblioteca todo el día.

"¿Te parece salir conmigo esta noche?" Preguntó Félix. May había estado esperando que la invitara a salir... Pero realmente no podía ir... ¿Qué pasaba si la veía comer? Pensaría que era asquerosa. No, no hay forma de que vaya.

"Lo siento, no puedo esta noche" No sabía ni siquiera qué excusa ponerle... Felix sabía que no tenía amigos en el pueblo, y que su familia no le hablaba para nada. Pero para su sorpresa no le pidió una razón, solamente le pidió para cambiarlo. "¿Te parece mañana?" May no quería negarle para siempre... Iría mañana... Podía preparar su mente para no vomitar, todo sea por salir con Félix.

El turno continuó como usualmente haría, con May en la caja y Félix ayudando clientes y limpiando pasillos. Cuando finalmente terminó, la rubia estaba desesperada por llegar a su casa.

Se despidió de su compañero y caminó hasta su casa, se hizo su sandwich enorme tan pronto llegó, y comenzó a mirar videos de misterios sin resolver, pues, desde que había buscado información de las leyendas urbanas en su celular, era lo que más le aparecía.

Comió rápidamente el sandwich mientras que miraba un video de un supuesto asesinato realizado por Homicidal Liu.

Caminó hasta el baño y se miró al espejo. Me veo asquerosa, no puedo creer que haya comido toda esa mierda... Necesito deshacerme de esto. Ya estoy bastante gorda, tengo que bajar de peso... No... No puedo seguir así... Nadie me querrá si no hago esto. Tengo que hacerlo.

Colocó dos dedos tan profundo pudo en su garganta, y todo lo que había comido bajó por su boca nuevamente, el sabor ácido proveniente de su vómito era horrible, su garganta ardía, y sus dientes se veían cada vez peor.

Su estómago había comenzado a doler nuevamente, como hace años no lo hacía, May hizo una mueca. Nuevamente se sentía bien... Comer para vomitar le hacía sentir emocionada... Podía nuevamente comer lo que quisiera, en las cantidades que quisiese... Y no ganaría peso...

Ese sentimiento era increíble. Y lo valía, valía sus dientes arruinados, dolor de estómago y de garganta... Sería linda nuevamente. Félix la había notado.... La había invitado a salir porque había bajado de peso...

Síndrome de Estocolmo |Jeff The Killer| +18Where stories live. Discover now