III

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Su alarma sonó en la mitad de la noche, era hora de comer nuevamente, probablemente miraría algo mientras lo hacía. Sin embargo, algo no se sentía bien, no se animaba a pararse a prender nuevamente la luz... Se sentía observada.

¿Qué me está pasando? ¿Acaso le tengo miedo a la oscuridad? Me puedo mover... Por algo está apagada mi alarma, por ende no es una parálisis, pero... Esta sensación es horrible. Tomó su celular y prendió su linterna.

Nuevamente, el hombre que había visto hacía más de una semana, se encontraba parado en el mismo lugar de antes, pero está vez, su ropa y cara tenían sangre. Seguro que esto es un sueño de vuelta, me voy a parar a prender la luz, decirle que me deje en paz. Pero en el momento en el que puso un pie en el suelo, el hombre ensangrentado tomó su muñeca.

"Yo que tú no hacía eso, princesa" La miró, sus ojos sin párpados, sin... Alma y esa sonrisa constante, marcada permanentemente por incisiones en sus mejillas pálidas, mientras movía lentamente la cabeza. Tiró a May nuevamente a su cama, presionando su cuchillo contra el cuello de la chica "Quiero que cooperes conmigo May, que seas mi nuevo... Juguete" La rubia lo miraba completamente aterrada.

No sabía que decir, y su mente estaba completamente en blanco, excepto por la palabra Corre, que estaba constantemente repitiéndose. Sin embargo, su fuerza no era la suficiente para liberarse del chico.

"No seas idiota. Una flacucha que no come no tiene la suficiente fuerza como para escapar de alguien como yo" Rió fuertemente. La luz de la linterna, ahora en el suelo, iluminaba su pálida cara, y sus ojos completamente maniáticos, que la miraban con diversión.

"Creo que quiero jugar a algo May... Pero no te puedo soltar" Comentó, como si hubiese cambiado de opinión "Tengo que... Llevarte conmigo" Hizo una mueca, que debido a su permanente sonrisa se veía extremadamente turbia.

"Está bien... No tengo opción" Se encogió de hombros. Dándole un golpe fuerte en la cabeza a la chica, dejándola completamente inconsciente.

May despertó en lo que parecía un sótano. Miró a su alrededor. Había un montón de cartones viejos tirados en el suelo, un balde, y ella estaba atada a lo que parecía un poste de metal. Su boca cubierta por una tira de tela. Sus pies estaban libres, pero no sentía que se pudiese parar.

"Yo no haría eso su fuera tú" La misma voz ronca y rasposa de su sueño estaba ahí, reprendiéndola cuando intentó pararse. No podía identificar de dónde venía. "Te di muy fuerte en la cabeza, y con lo que comes, dudo que tengas fuerza para hacer algo" Salió de las sombras el hombre que había visto en su sueño.

¿Esto no es un sueño? ¿Cómo puede ser que esa cosa esté viva? ¿Acaso es una broma de mis vecinos? No... Ni siquiera ellos están tan locos.

"Te traeré algo para comer, y si lo vomitas, te cortaré. ¿Me oíste? No quiero a nadie tan estúpida como para vomitar su propia comida" Se alejó por la escalera que había, cerrando la trampilla y dejando a May en la oscuridad total.

En lo que parecieron horas, el pelinegro volvió con una bandeja de lo que parecía vómito, junto con un vaso de agua y un pan.

"Ya sé. Se ve horrible" Comentó cuando vio la cara de May "Soy asesino, no cocinero". Se sentó en una silla que había dentro de una especie de armario, esperando mirarla comer.

La rubia no sabía que se suponía que hiciese, sus manos estaban atadas en su espalda... Pero todos los videos que había visto la semana anterior decían que debía cooperar con su secuestrador, para que no la lastimara más de lo que ya iba a hacer.

"Bueno, pues come" Insistió "Seguro que te estás mueriendo de hambre" Continuó. May seguía intentando pensar en cómo se suponía que tomase la cuchara... Cuando Jeff se levantó. Al verlo acercarse se alejó llorando.

Síndrome de Estocolmo |Jeff The Killer| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora