Capítulo trece

942 199 22
                                    

"Debo reconocer que no tengo miedo:

solo heridas"

(Elvira Sastre)

No debió gritar de esa forma que lo quería a él, ahora se sentía avergonzado y era por esa expresión que tenía, se reprochó por que usualmente no era una persona impulsiva, mucho menos alguien que perdía la compostura tan fácilmente, pero es que ese niño estaba poniendo a prueba sus nervios y de cabeza su mundo.

- ¿Me quieres a mí? – Preguntó con timidez.

- Si..., sí. – Dijo mientras aclaraba su garganta. - Eres mi compañero. – Terminó de decir y creyó ver algo de decepción en su mirada. – Digo..., ya me he acostumbrado a ti, eres inteligente, leal y... y... y, me caes bien. – Dijo sin mirarlo. ¿Qué clase de respuesta es esa?, maldita sea, se me olvida que puede leer la mente, mejor me voy ya de aquí?, ¿Habrá escuchado lo que pienso?, al menos no había pensado ninguna tontería, odiaría que él pensara que además era un tonto.

- ¿Solo te caigo bien?, también te cae bien el jefe Max y no por eso te preocupas tanto por él. – Ahora tenía sus ojos puestos en los suyos, fijaba su hermosa mirada en él y lo estaba poniendo demasiado nervioso.

- ¿Qué estás tratando de hacer, Fluke? – Le preguntó.

- Trato de saber si yo..., te agrado un poco.

- Deberías dormir, o descansar, o..., también, también...

- ¡Qué lindo! – Exclamó inclinado la cabeza.

- ¿Qué..., qué?, ¿Qué es lindo?

- Tartamudeas..., ¿lo haces cuando estás nervioso?, me gusta.

- Oye..., oye..., Fluke... - Él rio, y de esa manera Ohm se sintió aliviado, ese Fluke travieso y juguetón no se había perdido del todo. – No te atrevas a leerme la mente... - Le advirtió.

- ¿Te digo un secreto...? – Se acercó tanto que su aliento lo acarició.

- Dime... - Estaba casi sin aliento.

- No voy a leer tu mente, no sin tú permiso.

- ¿Ahhh?, ¿Por qué no?

- Por qué confió en ti..., lamento no decirte todo antes, ya es tarde para echar el tiempo atrás, pero prometo que no volverá a pasar...

Ohm se paseó por la sala agitando los brazos, no podía dormir, no con lo que él acababa de decir, sentía su corazón lleno, lleno de emoción, a punto de explotar, se debatía entre mirarlo dormir o despertarlo para seguir hablando, podía escucharlo por una eternidad sin cansarse.

Al final se fue a la cama, aunque sus ojos se negaron a darse por vencidos, siguió mirando el techo, aunque ya eran casi las tres de la madrugada. ¡Maldición!, ¡esto está mal!, no puedes robarme el sueño de esta manera, ¿Por qué tú?, ¿Por qué de esta manera? – Ahogó un grito en la almohada resignado a no dormir esa noche.

Un increíble olor a canela lo alertó a la mañana siguiente, su estómago rugió para recordarle que no había comido bien en días, después de darse una ducha salió de su habitación para tratar de encontrar la cocina dentro de esa enorme casa, no fue difícil solo tuvo que seguir el maravilloso olor que emanaba de ella.

NO ME OLVIDESWhere stories live. Discover now