Capítulo 1. Extrañas coincidencias

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«A veces la vida tiene una manera muy extraña de mostrarte el lugar donde perteneces, pero la naturaleza o el mundo no te permiten quedarte en él».

Narrado por Rose

Caminaba por la playa una noche de verano, era mi costumbre que cada vez que salía de vacaciones e iba a la playa, solía caminar en las noches observando el hermoso cielo, sus estrellas y el sonido del mar. Ese maravilloso sonido que calmaba mi alma y mis pensamientos como si fuera un té caliente de manzanilla, apaciguando mi espíritu, llenado de serenidad todo mi ser.

Entonces sumergida en mis pensamientos podía sentir el aire jugar con mi cabello largo y negro, rozando mis mejillas, volviéndolas un tono rosa por el frío de la noche. Acercándome a unas rocas descubrí sentada sobre ellas a una figura femenina, su piel delataba su identidad, debía ser alguna joven turista y no una residente de este lugar donde las personas tenían su piel bronceada por el inclemente sol. La joven tenía la mirada puesta en el horizonte, perdida en sus ideas sin notar todavía mi presencia.

Tomé mi lápiz y mi libreta, comencé a dibujar la hermosa figura, aquella preciosa vista que ella ofrecía, entre la luna, el mar y su silueta sobre la roca. Amaba escribir y dejar en mis notas algunos dibujos, siempre que podía me dedicaba un momento del día para realizar mis escritos. Ella por fin se percató de mi presencia y asustada trató de levantarse de la roca para salir huyendo de mí.

—Tranquila, no voy hacerte daño, solo estaba dibujándote en mi libreta porque me pareció una bella toma del paisaje. Por favor, no te asustes no quiero abusar de ti —le dije y ella levantó su ceja en señal de que no creía en mis palabras. Hasta ahora no había notado lo hermosa que era, su cabello castaño y largo hasta la cintura y sus hermosos ojos color café oscuro, las medidas de su cuerpo eran perfectas como si de una sirena se tratase—. Además, soy una chica como tú, ¿qué daño podría hacerte?

—Te sorprendería saber la maldad que pueden tener las personas dentro de sí, no importa el género que tengan —ella respondió observándome de pies a cabeza, examinándome, quizás para ver si no representaba ningún peligro para ella.

—Pues, te aseguro que soy una de las chicas buenas.

—¿Qué es lo que haces sola y en este lugar de noche? ¿Acaso no te da miedo de que te hagan daño? —me preguntó y me causó mucha gracia que lo hiciera, ya que ella tampoco estaba acompañada.

—Como verás no estoy sola en este lugar, tú también estás aquí, también eres una chica, ¿acaso no te da miedo a ti estar sola en la oscuridad?

—Ya me iba a casa, solo necesitaba un momento de privacidad.

—Lamento haberte interrumpido, ya me voy para que puedas tener intimidad.

—Muéstrame qué escribes en esa libreta.

—¿Quieres ver? Muy bien, ¿puedo sentarme a tu lado, hacerte compañía y mostrártelo? —ella pareció meditarlo por un momento, pero la curiosidad por ver mi trabajo parecía ganarles a sus instintos de protegerse contra un extraño y aceptó. Me senté a su lado y le mostré mi libreta, donde tenía algunas anotaciones sobre ella y un dibujo.

—Es hermoso, pero no sé qué dice ahí.

—¿No sabes leer?

—No sé escribir o leer en tu lenguaje.

—¿En mi lenguaje? Pero si me entiendes a la perfección cuando te hablo. No entiendo, estoy confundida, ¿cómo es que puedes entenderme al escucharme y no puedes escribir o leer en mi idioma?

—No pertenezco a este lugar, desde pequeña he venido aquí y poco a poco he aprendido hablar tu lengua, pero no sé escribirla.

—¿De qué país eres? —ella sonrió tiernamente como si mi pregunta fuera muy ingenua, eso me hacía sentir incómoda ya que no entendía a qué se refería entonces con que no pertenece a este lugar.

—Mejor, dime, ¿cómo te llamas? —me preguntó.

—Me llamo Rose. ¿Cuál es el tuyo?

—Mi nombre es Vesper. Qué clase de nombre es Rose, ¿cómo la flor? —sonreí al notar la inocencia de alguna de sus palabras, su curiosidad ante las cosas era adorable.

—Sí, como la flor, es un nombre muy común en realidad, sin embargo, Vesper, ese sí que es un nombre poco común, pero me gusta, es un nombre del cual no te puedes olvidar —la vi sonrojarse un poco y sonreír, ¡Por Dios!, me pareció la mujer más hermosa que había visto en mi vida.

—¿Me leerás lo que está escrito en tu libreta?

—Por supuesto, dice: «La hermosa mujer misteriosa sobre la roca, era la visión más espectacular que había encontrado en esta playa, como una hermosa pintura, donde la luna se sentía celosa de aquella chica que le robaba la atención de la noche, quien la cubría con su oscura belleza mientras que la mujer misteriosa estaba sumida en sus pensamientos y era inocente del poder que ejercía sobre todo aquello que existía a su alrededor. El mar hacía todo para llamar su atención, golpeando con sus olas la roca para que la chica le dedicara, aunque sea una mirada de aquellos ojos que como luceros estaban llenos de una increíble luz, capaz de hipnotizar a cualquier mortal hiriendo su corazón; una herida profunda de amor».

—¡Wow! ¿Ahí dice eso? Es muy, muy bello.

—Sí, ahí dice eso. Gracias, es a lo que me dedico.

—Tienes un magnífico don, el don de las palabras, ¿cómo pudiste escribir algo así sin haber cruzado palabra alguna conmigo? Si ni siquiera haber visto mi rostro.

—Soy escritora, es más que palabras de hecho, es como si tus sentimientos guiasen la pluma que escribe en la libreta; te vi y me inspiré, como un cauce de agua queriendo encontrar su curso natural. Claro que se necesita también técnica y disciplina, además de poseer el talento, pero la esencia en sí viene dentro de ti.

—Oh, es hermoso tu trabajo. Gracias por escribir eso sobre mí y por mostrármelo.

—Gracias a ti por permitirme pasar una agradable noche con tu compañía y no salir huyendo despavorida de mí.

—Ya debo volver a casa, Rose.

—Qué pena que debas irte ya, yo me estoy quedando a unos kilómetros de aquí, en el hotel Paraíso. ¿Te gustaría cenar conmigo y seguir conociéndonos un poco más? —volteé para señalarle el camino donde quedaba el hotel, le di la espalda un segundo, escuché el chapoteo del agua y cuando me giré nuevamente para verla, ya ella no estaba. Había desaparecido tan misteriosamente como la había encontrado esta noche, miré por todas partes e incluso grité su nombre, pero ella no apareció.

Qué enigmática mujer, me había dejado intrigada, la forma cómo se expresaba, como si perteneciéramos a mundos diferentes más allá de las lenguas o países, como si nuestra naturaleza fuera diferente. Qué extraña y maravillosa criatura, espero volver a verla porque había robado mi atención completamente y quería conocerla. Había visto en sus ojos algo que no podía explicar en palabras comunes. Ella estaba triste, era notorio en su rostro cuando la encontré pensativa mirando al mar, lo miraba no anhelando ser parte de él, como lo haría una persona común, sino como si ella fuera parte de él, como si fuera su hogar.

Esa noche la pasé pensando en ella, en su voz que era exquisita, me encantó hablar con ella, necesitaba volver a ese lugar y encontrarla nuevamente.

Esa noche la pasé pensando en ella, en su voz que era exquisita, me encantó hablar con ella, necesitaba volver a ese lugar y encontrarla nuevamente

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La orilla y el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora