Capítulo 3. Nuestro lugar

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«Quisiera poder decirle toda la verdad, pero me da miedo perderla. Quisiera poder decirle que me hace tanto bien venir a verla cada noche, que cuando no está, mi corazón la extraña como si mi hogar fuera ella y no el mar».

«Mi bella dama del mar, por qué no puedo dejar de pensar en ti ni un segundo del día, deseando desesperadamente a que caiga la noche para ir a nuestro encuentro. Quisiera poder decirte lo que mi corazón siente cuando te leo lo que escribo para ti y tú me miras con esos ojos hermosos llenos de luz. Quisiera poder decirte que, si eres una hechicera, he caído bajo tu embrujo y no tengo escapatoria alguna, ni tampoco quiero tenerla».

Narrado por Rose

Desperté esta mañana sonriente, estaba feliz porque habíamos llegado a un acuerdo de vernos cada noche en lo que durara mi estadía en este hotel. Confieso que pensar en marcharme me quitaba esa felicidad, ahora que tengo la oportunidad de conocer mejor a Vesper odiaba la idea de que estas solo fueran unas vacaciones de un mes. Si alguien me hubiera dicho que conocería a una mujer tan fascinante como ella, le hubiera pedido un mínimo de tres meses de descanso a mi representante. Por supuesto que él pegaría el grito al cielo, pero estoy segura que al ver a Vesper entendería a la perfección y me daría todo el tiempo que necesito para estar con ella.

Después de desayunar comencé a escribir un poco en mi nuevo libro, se supone que debía descansar y dejar el trabajo a un lado, pero necesitaba tanto ocupar mi mente y dejar de estar ansiosa por verla, ¡Dios!, Rose, no eres una adolescente, tienes que dejar de actuar como tal cuando de Vesper se trata. Me costaba demasiado concentrarme en escribir la historia, cuando mi mente en lo único que pensaba era en aquella mujer acostada sobre las rocas. Con un gesto de fastidio dejé la computadora a un lado de la cama, caminé hasta mi terraza suspirando resignada a que perdía la batalla conmigo misma.

Perdiéndome en mis pensamientos se me ocurrió una idea, salí de mi habitación y fui al mercado popular, quería ver de nuevo a ese anciano que deliraba con sus historias de sirena, algo me llevaba a buscar más información sobre ese tema. Llegué al lugar y por suerte el anciano estaba, me le acerqué con cuidado de decir algo que lo ofendiera o lo hiciera sentir amenazado, pero él al verme me reconoció enseguida.

—Has vuelto jovencita, bienvenida nuevamente.

—Hola, señor. Esta vez no he venido a comprarle nada, pero con gusto le pagaría a cambio de información.

—¿Información? Déjame adivinar, quieres saber más sobre la sirena en el mar.

—No pudo ser más certero. Me gustaría que me describiera cómo era esa criatura, sé que ha pasado muchos años para usted, pero por favor haga su mayor esfuerzo.

—¿Por qué tanta curiosidad? Acaso la vio, ¿no es cierto?

—Por supuesto que no, sigo pensando que solo son tonterías y fantasías, cuentos inventados por los pueblerinos que no tienen algo más interesante qué hacer. Solo quiero saber los detalles porque soy escritora y me encantaría redactar una historia sobre este tema, lo estoy investigando un poco y por eso he venido hoy —le mentí, realmente tenía la loca idea en la cabeza que quizás se trate de la misma mujer que me robaba mi concentración y que no salía de mi mente ni de día, ni de noche. Pero también es algo ilógico y absurdo, porque de ser la misma, Vesper tendría más de cincuenta años de edad y ella lucía como una chica de veinticinco años.

—Puede usted ser escéptica respecto a las sirenas, pero quiero que sepa que sí son reales y si se queda la suficiente por estos lugares puede que tarde o temprano se cruce con algo extraordinario. Pero para complacer su curiosidad le diré como era ella, puedo recordarlo muy bien a pesar de tantos años, ese es un recuerdo que jamás se perderá de mi memoria: era una chica muy muy hermosa, su cabello castaño y largo caía hasta su cintura, cuando me miró el color de sus ojos eran cafés oscuros, pero cuando se sentía amenazada cambiaba a un verde profundo, su piel blanca y de apariencia muy suave, digna de una princesa. Tenía una cola en vez de piernas, una cola muy bella en tonos azules y morados, larga y poderosa, la hacía nadar a gran velocidad.

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