Capítulo 11. Calíope y el Equilibrium

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«Existe un equilibrio en este mundo, la perfecta nivelación de todas las cosas. Existen personas tan vacías como gente llena de una profunda luz que irradian desde sus almas tocando la vida de los demás, transformándolas en un nuevo amanecer. Pero la oscuridad también hace su trabajo, el trabajo de personas miserables cuya satisfacción consiste en hacer sufrir a todo aquel que los rodea; sin sabor por la vida, sin esencia, sin fulgor en el alma. Envidiando la felicidad alcanzada por otros porque simplemente para ellos es una cumbre empinada para sus piernas cortas y sus ideas carentes de vida, para la falta de luz en su interior. Así nacemos todos con un equilibrio en nuestras almas, una elección natural que ejercemos en la continuidad del tiempo, en el transcurso de cada año, en cada uno de nuestros actos. La bondad se convierte en un valor necesario para unos; y para otros, la maldad se convierte en el único motivo que los hace sentir algo importante en la vacuidad que ellos llaman existencia. Pero qué hermoso es este mundo y todos aquellos que no hemos explorado ya que poseen poderosos tesoros hechos de carne, ideas y sentimientos. Tesoros inigualables que dejan una huella perdurable como la magia que habita en ellos. Y es que algunos somos luces estelares en este vasto universo, mientras que otros orbitan sin sentido, ni razón, en un lamentable hueco que dejaron en el corazón».

Narrado por Vesper

Luego de esos días a su lado en la ciudad de New York me sentí más unida a ella que nunca, la convivencia se volvió tan tierna como excitante entre las dos, nos vimos haciendo el amor en cada rincón de su casa, pasar horas de charlas y besos, de risas. Pero había momentos fugaces donde ella mostraba un poco de preocupación en su rostro, seguramente sus pensamientos se iban a toda la investigación que había realizado con la esperanza de encontrar una puerta entre mi mundo el suyo que nos permitiera estar juntas por el resto de nuestras vidas sin causar daños irreparables entre nuestras especies. La debilidad en mi cuerpo había disminuido gracias a que Rose todas las tardes me llevaba a aquel muelle para que pudiera tener contacto con el mar, se sumergía conmigo y nadaba un poco, paciente esperando que mi momento de euforia y mi cola disfrutaran del contacto con el agua.

Yo tenía miedo de llenarme de esperanzas, pero no podía acabar con las de ella, no podía negarle la posibilidad de conocer a Calíope, de buscar respuestas a todas esas preguntas que a menudo la acosaban, la atormentaban. Yo quería hacerle ese regalo, pero mi miedo a qué todo saliera mal y que Rose terminara lastimada por uno de los míos me hacía temblar. Después de casi un mes en nuestro refugio de amor decidimos regresar a mi hogar para enfrentar la realidad, me llenaba de incertidumbre pensar en el castigo que mi padre me tenía preparado por haberme escapado con una humana. Rose había reservado una habitación en el mismo hotel de la playa donde la conocí, tomamos un avión de regreso y llegamos justo al atardecer cuando el sol dejaba escapar sus últimos rayos y las sombras cubrían las rocas. Ambas caminábamos por la orilla de la playa en un silencio incómodo sin saber por dónde comenzar a tocar ese tema difícil.

—Finalmente estamos de regreso —me dijo mirando al suelo y jugando con sus dedos. Hacía eso cuando no sabía cómo romper el aura incómoda del momento.

—Rose, sé que tienes miedo de lo que podrías encontrar cuando te lleve con Calíope. Está bien sentir miedo, puedes decírmelo, puedes hablarme de tus dudas, de lo que piensas hacer si no encuentras lo que esperas hallar en mi mundo.

—Sé que encontraré alguna respuesta que nos ayude Vesper, no quiero darle cabida a la posibilidad de no encontrar nada; yo necesito encontrar una respuesta.

—¿Pero si no la encuentras? Tienes que estar preparada para aceptar el hecho de que podríamos estar juntas por el resto de tu corta vida, que yo tendré que alejarme de mi mundo y de mi familia para poder vivirlo contigo; si es que no nos matan en el proceso. O la peor parte de todas, que es tomar la decisión de ahorrarnos problemas y que cada una continúe con su vida en el mundo que pertenece, dejar estas últimas semanas que hemos pasado juntas como el recuerdo más hermoso que vivimos —la mirada que me dio Rose en ese momento fue determinante, decidida a que esa opción no era válida y que ella no iba a permitir que nada malo nos sucediera por tratar de ir contra la naturaleza de nuestras especies.

La orilla y el marМесто, где живут истории. Откройте их для себя