Capítulo 8. Respira

79 6 0
                                    


«Cuando estamos enamorados tan intensamente somos capaces de decir que daríamos nuestras vidas por esa persona, que recibiríamos una bala por ella, que seríamos capaces de hacer cualquier cosa por proteger a ese ser amado. Pero, ¿qué tan capaces somos de cumplir esa promesa cuando llega el momento? ¿Qué tan dispuestos estamos a dar nuestra propia vida por aquella persona que juramos amar incondicionalmente? En mi historia con Rose, yo sí era capaz de hacer cualquier cosa por y con ella, sería capaz de dar la vida que se me ha otorgado para protegerla de cualquier peligro que venga incluso de mi propia especie, de mi propia sangre. Por cuidar a mi amor sería capaz de enfrentarme a los humanos, a mi padre Damon, a Argus mi prometido, incluso al mismísimo Poseidón, a mis dioses y a mi credo. Mis promesas de amor hacia ella eran puras y eternas como mis años de vida, yo cumpliría mi palabra por sobre todas las cosas, salvaría a Rose, aunque me cueste mi destierro o el último aliento de mi cuerpo».

«Mírame a los ojos, dime lo que ves. Confía en mí, siempre estaré para ti, seré incondicional contigo, desde mi mar hasta tu corazón».

Narrado por Vesper

Mi padre tenía a Rose sujetándola fuerte de su cuello, ella estaba perdiendo el conocimiento y la vida se le escapaba rápidamente, el terror congelaba mi sangre y en mi mirada se podía advertir todo mi sufrimiento por ver al amor de mi vida apagarse; perdería la maravillosa luz que hay en su alma aquella que reflejaba en sus ojos, la hermosa sonrisa que me daba cada noche parada sobre aquellas rocas mientras me veía llegar. Yo era un ser extraordinario para su mundo, algo sobrenatural, pero sin duda era ella quien tenía magia en su interior, en su mente y en su espíritu, una magia que no permitiría que se extinguiera porque sencillamente este mundo sería más frío y más oscuro sin su presencia en él. Miré a mi padre con odio y le exigí por última vez que la soltara antes de atacarlo para liberarla usando mi fuerza, como dije yo era una sirena más joven y poseía tanto velocidad como fuerza, más que mi padre que era un tritón en su último siglo de vida.

—¡Suéltala, padre! Ya no le queda nada de oxígeno, está a punto de morir y no pienso dejar que la mates. No quiero hacerte daño así que déjala libre inmediatamente.

—Eres una traidora, Vesper, ¿cómo pudiste hacerme esto? Eras mi hija, mi adoración, y vienes a mezclarte con esta asquerosa humana. Si querías retarme debiste hacerlo de otra manera, pero involucrarte con un humano es lo peor que pudiste hacerme, me heriste profundamente, voy a matarla y tú te vas a casar con Argus si quieres ganarte mi perdón.

—Yo no quiero tu perdón, padre, no hay nada por lo cual deba disculparme, yo me enamoré de ella y le entregué mi corazón. Sí, es una humana, pero estoy cansada de esta estúpida guerra que tienes contra esa especie, ellos son más de lo que tú piensas, es cierto que hay crueldad y que son capaces de hacer cualquier cosa por su naturaleza egoísta, pero también existen personas extraordinarias que poseen una gran bondad y entendimiento ante lo desconocido y diferente, como la posee Rose. Ella no merece que le quites la vida únicamente por amarme, no lo voy a permitir.

—¿Cómo piensas evitarlo? ¿Vas a matarme, por esta humana? —preguntó con una expresión de desprecio en su rostro y apretó más el cuello de Rose. Dejé de escuchar el corazón de mi escritora, detuvo sus latidos y ella había perdido su vida, un dolor inmenso me recorrió entera. Me moví a gran velocidad tomando el brazo de mi padre y sosteniendo a Rose, fruncí mi ceño y con todas mis fuerzas grité enviando ondas acuáticas expansivas poderosas que empujaron a Damon alejándolo de nosotras y aturdiéndolo por completo.

—¡Te dije que la soltaras! —mi voz era poderosa, las sirenas poseíamos el poder del canto y la seducción usando nuestras voces, pero ese no era todo nuestro poder, nuestra voz poseía más cualidades desconocidas en la historia ya que solo las usamos en casos de extremo peligro y, con los hombres no era necesario llegar a tanto, siempre caían hipnotizados por nuestro llamado seductor. Más allá de usar nuestras voces algunas incluso tenían el don de manipular el agua a su favor, pocas contaban con esa habilidad, pero yo era una de ellas y lo mantuve en secreto para los demás hasta este día; por salvar a la mujer que amaba era capaz de hacer cualquier cosa. Coloqué a Rose detrás de mí para protegerla con mi cuerpo y junté golpeando con fuerza las palmas de mis manos enviando otra onda acuática expansiva mucho más potente contra Damon quien se veía bastante sorprendido por el poder que estaba presenciando, el agua lo tiró dejándolo inconsciente. Tomé deprisa a Rose y la subí a la superficie para que pudiera respirar—. ¡Rose! Despierta, respira por favor, respira.

La orilla y el marWhere stories live. Discover now