Capítulo 15

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—Llegas tarde

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—Llegas tarde.

Le pasé el vaso de café a Danielle con una pequeña sonrisa y las mejillas encendidas. Habíamos quedado a la entrada del instituto antes de que comenzaran las clases para repasar juntas un examen, pero yo llegué quince minutos tarde. Veinte por culpa de la parada exprés a por café, pero sabía que esa sería la única forma de que me perdonara.

—Lo siento, me dormí —mentí—. Anoche me costó conciliar el sueño.

Dani recogió los apuntes que tenía esparcidos sobre la escalera del instituto. Por suerte a aquellas horas apenas había gente, ni siquiera profesores, y nadie se los pisaría. Todavía teníamos unos minutos para repasar juntas.

Agarró el café que le ofrecía y se levantó con una expresión digna de barbilla alzada.

—Te lo perdono porque me traes el desayuno.

—Eres demasiado fácil de comprar —me burlé, y la seguí dentro hacia la biblioteca del instituto.

—¿Te costó dormirte porque estabas pensando en tu futura estupenda cita con Eli? Tengo una gran noticia para ti. Marco y yo también iremos al cine.

En realidad, no. Sí que me costó dormirme, pero también me había despertado una hora antes de que sonara mi despertador. Todo por culpa de Keith. De él y de nuestro beso. Aunque bromeamos después, compartimos otro sandwich para la cena y estuvimos hablando hasta que él se durmió, como si nada hubiese pasado... Yo me sentía extraño.

No dejaba de darle vueltas, por si había metido la pata al besarme con él. Pero Keith parecía de lo más tranquilo, porque solo fue eso: un beso. Y yo debía estarlo también. Tenía que estarlo.

—Podemos fingir un encuentro casual, si así estás más tranquila —propuso Danielle, volviendo al tema de la cita.

Elevé la comisura de los labios para fingir una sonrisa.

—¿Y tú crees que Elijah de verdad se creerá que mi mejor amiga aparece en el cine a la misma hora que nosotros, de pura casualidad?

Dani soltó una pequeña carcajada.

—Probablemente no, pero la pregunta real sería, ¿tú crees que se enfadaría?

—Probablemente no —respondí, girándome para verla.

Y quitando el probablemente. Eli era un buen chico, y sabía que no pretendía meterme presión. Aunque en realidad, los nervios por besarlo sí que se habían rebajado un poco. Quizás porque ya no sería mi primer beso, o quizás porque se habían alterado ante ese otro beso. No sabía...

—¡Cuidado!

Alguien chocó contra mi hombro, y acto seguido me tomó del brazo antes de que rebotase contra Danielle, que se había preparado para atraparme por si caía. Cuando me soltó, me volví.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora