Capítulo 35 (REESCRITO)

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Mis padres se enfadaron mucho cuando al final me negué a ir con ellos al viaje

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Mis padres se enfadaron mucho cuando al final me negué a ir con ellos al viaje. La excusa que les puse es que tenía mucho que estudiar, por lo que no se negaron, ya que al final era cierto que los exámenes estaban casi encima. Exámenes que, por motivos obvios, suspendería, ya que apenas había estudiado los últimos días.

La razón real era que me quedaban muchos días y muchas vacaciones con ellos, pero no sabía cuánto tiempo con Keith.

Decidimos pasar juntos ese último fin de semana. Sabía que era una despedida, pero quería mirarlo más como una oportunidad de estar el uno con el otro un poco más.

El sábado, mientras él estaba reunido con Garrik, decidí hacer una cena. La última cena romántica que tendríamos juntos. Fui al supermercado y compré para preparar lasaña. También me arriesgué y decidí quedarme con una de las botellas de vino de la reserva de mis padres. Con un poco de suerte no se darían cuenta... o no me castigarían mucho.

Dani vino a casa a ayudarme con la cocina, porque no era mi mayor don (de hecho, a estas alturas de la vida ni siquiera sabía si había algo en el mundo que se me diese bien), y cuando todo estuvo listo fui a prepararme. Quería verme bien y darle una sorpresa.

No sabía muy bien qué tenían que hablar Garrik y él. A Keith se le había escapado decir que necesitaban averiguar cómo cerrar el portal una vez pasaran por él, para que ningún soldado intentase pasar. Eso echó todavía más por tierra mis esperanzas de que regresara.

Me coloqué un vestido bonito de tirantes, puse las copas con vino en la mesa del comedor que casi nunca usábamos, encendí un par de velas y esperé.

Keith me dijo que llegaría a las nueve, pero a y cuarto todavía no había señal de él.

Una de las velas se estaba consumiendo y tuve que apagarla. Tanteé si debía escribir a Garrik para preguntarle.

¿Y si le había pasado algo? ¿O la charla se había alargado más de la cuenta?

Finalmente, a y media, abrió con magia la puerta del piso.

Avanzó despacio hacia donde yo estaba y, mientras me ponía de pies, en la penumbra pude vislumbrar su expresión de sorpresa.

—Vaya, ¿y esto?

—Una cena de despedida.

Me acerqué a él, tratando de terminar con el espacio que había entre nosotros lo antes posible. Rodeé su cuello con las manos y lo besé. Cerré los ojos, concentrándome en el momento, en su tacto. Tratando de memorizar cada segundo que pasáramos juntos.

—Una cena de despedida suena muy mal —murmuró cuando se alejó—. Prefiero una cena de "hasta la próxima".

Traté de sonreír, aunque sé que no llegó a mis ojos, mucho menos a mi corazón.

Dejé que se sentase y se sirviese vino y fui a por la comida. Casi aplaude al ver de qué se trataba.

—¡Qué bien huele! —Exclamó—. ¿Lo hiciste tú?

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora