CAPÍTULO 27 (reescrito)

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*Leerlo con cuidado

PD. Está sin corregir porque tengo que ponerme con otra cosa ahora mismo, perdón :S


—¿Seguro que estarás bien en casa? Puedo cogerme el día libre y

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—¿Seguro que estarás bien en casa? Puedo cogerme el día libre y...

Sacudí la cabeza en una negativa hacia mi madre. Después de todo lo sucedido me había permitido quedarme en casa en lugar de ir al instituto. De primeras no pensaba hacerlo, pero apenas dormí en toda la noche, y cuando la alarma sonó al día siguiente sentí tanta envidia por ver a Keith atrapado en un profundo sueño a mi lado (¡que ni la alarma le despertaba!), que decidí no ir. Por no mencionar el taladrante dolor de cabeza.

—Si tienes cualquier problema, me llamas —se aseguró de recordarme mi madre por quinta vez mientras agarraba el bolso—. O a tu padre, ¿de acuerdo?

Asentí débilmente con la cabeza. Seguía en pijama y eran las siete de la mañana. Solo quería volver a dormir.

Supongo que una persona no puede asimilar en un día que su padre biológico es en realidad el profesor de arte del instituto.

Cuando mi madre se fue, todavía no muy convencida y dándome dinero para que pidiera comida china a domicilio, escribí un mensaje rápido a mi mejor amiga y regresé a la habitación. No estaba del todo segura de si podría dormirme, porque mi mente no quería descansar a pesar del cansancio. Constantemente le daba vueltas al tema de mi padre, del profesor de arte, de las mentiras...

¿Sabes ese momento en el que preferirías olvidar algo, tan solo por unas horas para poder descansar, pero tu cerebro vuelve una y otra vez al tema? Eso mismo me pasaba. Por mucho que quisiera desconectar, era incapaz.

Abrí la puerta de la habitación despacio para no despertar a Keith, aunque tenía un sueño sumamente profundo. Sin embargo, entre la semioscuridad que proporcionaban las cortinas gordas de la ventana, pude ver que ya no dormía.

Se había incorporado en la cama, y miraba hacia la puerta donde yo estaba, como si de hecho llevase un tiempo esperando así, por mí.

—¿Cómo te encuentras? —Me preguntó.

Se lo había contado todo cuando regresó tarde, por la noche. Me había escuchado, sin hacer preguntas, en un apoyo silencioso que transmitía que estaría ahí para mí, en lo que necesitase.

Me encogí de hombros y me acerqué a la cama.

—Cansada. No voy a ir a clase. Necesito dormir.

—De acuerdo.

Keith movió un brazo para apartar las sábanas e invitarme a entrar. Como siempre, estaba durmiendo usando solo unos calzoncillos. En aquellos momentos lo cierto es que estaba demasiado agotada para empezar a calentarme por ver su cuerpo semidesnudo, aunque si era sincera, por muchas noches que llevásemos durmiendo así, juntos, todavía seguía incendiándome ante su contacto.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora