CAPÍTULO 9 (reescrito)

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—Adivina quien estaba esperándome esta mañana debajo de casa, en el portal, para acompañarme a casa.

Levanté la mirada de mi libro de historia, aunque en realidad no estaba leyendo nada, para mirar a los ojos emocionados de Danielle. Ni siquiera me hizo falta escuchar su nombre para saber quién sería el susodicho.

—¡Marco! —Exclamó Dani, y lo hizo tan alto que detrás de nosotras dos compañeros nos miraron confusos—. El de la fiesta de cumpleaños de Jordan.

Cerré el libro de historia para centrarme en su conversación. De todos modos, ya daba esa asignatura por suspensa. ¿Que pronto tendríamos examen? Bueno, había otras cosas rondándome la cabeza un poco más emocionantes que nuevos trucos mnemotécnicos para memorizar fechas: como el chico invisible que me había despertado gritando esa misma mañana.

—Ya, el guaperas que quería más que un par de besos —respondí con lentitud.

El labio de Dani se convirtió en una pequeña línea cuando lo frunció con nerviosismo. Hacía nada que habíamos huido de una fiesta, y de ese chico, porque buscaba más de lo que mi amiga quería.

Se dejó caer en la silla de al lado, y su mochila sonó como un peso muerto al dar contra el suelo.

Después suspiró. En serio. Lo hizo.

—No, en serio, Lau... Tendrías que haberlo visto esta mañana. Quería pedirme disculpas por su comportamiento en la fiesta, ¡e invitarme a una cita!

Nadie dijo que él se estuviese comportando mal en la fiesta. Simplemente estaba buscando algo diferente a lo que buscaba Danielle, pero no la obligó a nada.

Otro suspiro más, y continuó hablando.

—Le dije que sí, porque además hay una película en el cine que tengo ganas de ver. Ya sabes, la comedia romántica de...

Desconecté brevemente. Lo siento, Dani. En un lateral de la clase, donde no había tantos alumnos, Keith acababa de tirar un mapa del mundo al suelo. Se había quedado allí desde el primer momento en el que colocamos un pie en el aula. Decía que le gustaba mucho la geografía de esta dimensión.

Nuestros ojos se cruzaron y se encogió de hombros. Al encontrarme con ellos, no pude evitar recordar el despertar de la mañana de la fiesta. Había sido un tanto... diferente.

Para comenzar, me despertó un grito bastante fuerte y agudo. Era todo tan incongruente, y estaba tan dormida, que tardé en reconocer qué era lo que estaba pasando. Mucho más en que mi cerebro conectase ideas y se diese cuenta de que el grito provenía de Keith.

Mientras tanto, mi madre había soltado un pequeño "ah", y se había precipitado contra el suelo.

Justo cuando me incorporé sobresaltada, con todos los circuitos de mi cerebro conectado, llegué a ver en la penumbra de la habitación a Keith hecho un ovillo en el suelo, con el rostro contusionado de dolor, y mi madre metros más allá, también en el suelo.

—Lauren, ¿qué has dejado tirado en el suelo ahora? —Preguntó, aunque el tono que usó se asemejaba al de una reprimenda.

Sin embargo, al correr las cortinas, no pudo encontrar nada.

Lamentablemente para Keith, lo que no había visto si lo había pisado...

El profesor de historia entró en el aula, silenciando la conversación de Danielle sobre Marco y descubrir dónde estaba el tatuaje.

Keith se movió junto con los alumnos, desplazándose del mapa a una de las ventanas..

Nadie se molestó en recoger el mapa del suelo.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora