TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I)
Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes de su madre descubriendo así las tentaciones y emociones de la libertad. Pitt un joven empresario conocido por su arrogancia y mal temperamen...
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Vanessa
La mañana en Islandia es calmada como fresca.
Logré dormir no más de unas cinco horas, el pie ha empezado a dolerme y me alegra el haberme desahogado. Traer el pasado de regreso no suele gustarme pero lo hecho hecho está.
A pesar de eso me siento relajada y hasta cómoda en esta otra ciudad, digo, no está mal del todo poder conocer un increíble lugar y además gratis.
—Hola, te levantaste temprano.—comenta Diana una de las personas con las que realmente no quiero hablar en estos momentos.
—No tenía mucho sueño —me acomodo sobre la pequeña silla de madera— ¿Y qué hay de ti? ¿No deberías de estar aún en cama?
Que hipócrita me he vuelto.
—Quise ver el amanecer.—espeta dejando un plato negro de frutas sobre la mesa, pasando a tomar asiento a mi lado.
Le sonrío sin mostrar los dientes, mientras le noto entristecida recostarse sobre el espalda de la silla.
—¿Cómo sueñas que sea tu boda? —pregunta de golpe y recuerdo no haberla felicitado la noche anterior o siquiera haberle hablado.
—Nunca he pensando en eso—levanto la taza de té que se encuentra frente a mi mientras observo las dos pequeñas casas césped que se encuentran en el jardín trasero de la mansión.
Ella resopla.
—Pero creo que no seria nada parecido a lo tuya—confieso—esperaría algo sencillo en medio de la nada.
Las bodas son cosas complicadas, amarrarte a alguien que te profesa su amor ante su propia vida para al final terminar traicionándote...
Definitivamente no va conmigo.
—Buenos días—Lisa se sienta frente a mi utilizando anteojos—espero estén disfrutando del desayuno—se inclina un poco sobre la mesa de madera buscando alcanzar el pan.
—Vanessa y yo hablábamos de como seria su boda perfecta—suelta Diana.
—¿A si?—pregunta Lisa dándome un vistazo.
—No era exactamente eso—niego colocando la taza al lado del plato de frutas.
—¿Y qué tal tu noche Diana?—dirige su mirada hacia su cuñada—no es como que quiera escuchar sobre mi hermano y tú teniendo sexo, pero creí que ya se habrían ido de luna de miel—toma un trozo de pan.
Diana traga antes de contestar.
—Si es cierto, nos iremos pronto—sonríe.
—Ya que Pitt se irá no no creo que sea necesario permanecer más tiempo aquí.
—Estoy de acuerdo—aprueba Lisa—puedes volver cuando quieras, no te preocupes estaremos bien.
