14: City Is Ours.

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Me desconozco en cuanto empieza a sonar una canción de BTR 

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"Sé que, si tú lo quieres, sucederá de alguna manera." -Big Time Rush.

...

Minho terminaba de arreglarse, acomodando su cabello dándole un aspecto húmedo debido al gel y espray para mantenerlo en su lugar; cada prenda combinaba a la perfección con la otra, desde los pantalones de cuero hasta el abrigo sobre el suéter de cuello alto, desde cada anillo en sus manos hasta el collar que pendía de su cuello.

Siempre tenía cuidado con lo que usaba, era demasiado quisquilloso con su apariencia porque le gustaba arreglarse, resaltar más la belleza física que poseía. Le gustaba cuidar de su apariencia, había dejado de ser una obligación hace un tiempo porque Minho disfruto de la idea de arreglarse, de verse guapo y atractivo, ya sea para atraer la atención o no.

Minho se arreglaba para él mismo, se ponía lo que le gustaba hasta que la imagen en el espejo lo hacía sonreír satisfecho. Nunca pensó en arreglarse para que alguien más le prestara atención, era enemigo de las personas que sólo querían estar cerca por su buena apariencia, por su cara bonita (razón por la que odiaba cada amigo de Hyunjin). Quería ser notado por su talento, por su baile, por el esfuerzo que hacía cada día en la escuela y en la danza, ¿su cara bonita qué? En algún momento iba a terminar, pero Minho seguiría bailando.

—Minho, cariño—llamaron a la puerta, un par de toques— ¿Estás listo?

—Sí, adelante—asintió, mirando desde la puerta su espejo.

Charlotte apareció, luciendo tan despampanante que Minho se atrevía a preguntar por qué nunca se casó; Charlotte Plisetsky era una mujer preciosa a pesar de su apariencia dura, tenía rasgos finos, luciendo como esculpida en mármol, con ojos agudos que atraían la atención en un lugar donde el gran porcentaje de la población tenía ojos oscuros; su cabello siempre brillaba como el ébano, tan lacio que nunca se podía rizar, ahora salpicado de canas que Charlotte se negaba a cubrir.

Una debe envejecer con dignidad—declaraba cuando Felix sugirió que se tiñera el cabello si así lo quería—Mis canas me han costado, debería presumirlas.

Y ahí estaba, luciendo tan deslumbrante como si alguien de la realeza rusa se tratara, ¿la hija perdida de los Romanov? ¿La heredera del trono? Quizá, Minho y Felix fantaseaban con eso en ocasiones, especialmente cuando Hyunjin los hizo ver la película de Anastasia y decretaron que Charlotte se parecía a la abuela.

En sus manos, mientras andaba hacia Minho con tacones de aguja que repiqueteaban en el suelo como el tic tac de un reloj, traía un pequeño alhajero de lo que bien podría ser porcelana blanca con algunas flores rosas talladas en la estructura, dando la apariencia de enredaderas subiendo por los bordes.

— ¿Ya vamos a salir?—cuestionó Minho, dándose la vuelta para mirarla—Sólo elijo unos zapatos y estoy listo.

—Aún tenemos tiempo antes de ir por Hyunjin—lo tranquilizó la mujer con una pequeña sonrisa.

Se detuvo frente a Minho, mirándolo a los ojos, haciendo que el chico volviera a sentirse pequeño.

Charlotte era más que la mujer que se hizo cargo de ellos, era más que su profesora de danza y más que la mujer que vivía con ellos. Hace tiempo que el rostro de su madre se desdibujó en sus memorias, marcando un antes y un después, una línea borrosa en la que a veces caminaba cuando comparaba lo que tenía con lo que pudo haber sido y, para su sorpresa, en algún punto dejó de recordar a la mujer que lo trajo al mundo y fue Charlotte la que apareció.

Musa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora