Q̶u̶i̶n̶c̶e̶ ̶a̶ñ̶o̶s̶

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—Tengo frio —froto mis brazos, miro mi vestido en el suelo—, si estoy así mucho tiempo me enfermare.

—Mi papá dijo que el juego aún no termina, tienes que quedarte así. Siempre hay que obedecer a los adultos, o te castigarán —mueve los autitos de juguete, aprieto mis labios

—Mis papas dicen que solo tengo que obedecerlos a ellos —murmuro

Me mira serio y estira su brazo, golpea mi mejilla. Aprieto mis labios mientras mi cabeza se gira, las lagrimas empiezan a salir.

—Muy mal, Emma, no vuelvas a decir eso. Mi papá dice que se tiene que obedecer a todos los adultos y así tiene que ser, ¿entendiste?

Asiento aún sin mirarlo, veo como vuelve a jugar.

—Vamos, juega, te daré tu autito favorito —me tiende el auto, trago saliva

Lo miro mientras saco los cabellos de mi rostro, lo tomo con cuidado.

—Muy bien, juguemos, carrera de autos.

Coloco el autito en el suelo al igual que el, comienza a mover el suyo y hago lo mismo, escuchando como hace ruidos con su boca.

Levanto mi cabeza al escuchar la puerta, vuelvo a bajarla al verlo entrar.

—Que larga llamada —se acerca—, ¿a qué juegan?

—A las carreras —responde el

Su gran cuerpo se coloca a mi lado y por alguna razón me encojo, ¿por qué me siento mal?, creo que no me gusta este juego.

Acaricia mi espalda y siento un escalofrío, tiene manos grandes.

—¿Qué pasa, princesa? —lo miro unos segundos—, ¿por qué esa cara triste?

—Me duele le mejilla —murmuro

—¿La mejilla?, ¿por qué te duele?

—Yo le pegue —miro el autito en mi mano—, dijo que no tenia que obedecerte.

—No había necesidad de golpearla, Ethan. Nunca debes golpearla —vuelve a acariciar mi espalda—, ¿entendiste?

Lo miro, lo mira unos segundos y luego asiente.

—Además, eso se aprende con el tiempo —coloca un mechón detrás de mi oreja—. Para eso esta este juego —lo miro—, un juego educativo. Y un juego secreto, nuestro secreto —se inclina—. Lo recuerdas, ¿verdad, princesa?

Acaricia mi brazo, asiento mientras vuelvo a bajar mi cabeza.

Abro mis ojos.

Respiro agitado, mientras mi mirada se mantiene en el techo oscuro. Hago fuerza para incorporarme pero mi cuerpo esta paralizado, lo único que puedo controlar son mis ojos, y lo único que puedo escuchar es su voz, como si estuviera susurrándome.

Sollozo mientras lucho por moverme, por gritar, por dar alguna señal de que vengan.

Esta bien, princesa, puedes confiar en mi.

Gruño de frustración y siento las lagrimas bajar, siento como si mi cuerpo fuera a explotar.

Hago todo mi esfuerzo para no volver a cerrar los ojos, no quiero volver a verlo. Pero aún entre medio del sueño, aún estando algo despierta, no puedo dejar de escucharlo.

Su rostro aparece a centímetros del mío en un segundo y mi cuerpo se estremece, recupero el control de el al mismo tiempo que grito. Aprieto mis parpados y pataleo, cubro mis oídos con la paranoia de seguir escuchando y me sacudo como si estuviera encima de mi.

Grito lo más fuerte que puedo para opacar las voces de mis pensamientos y a los segundos siento unos brazos intentar cubrirme. Aprieto mi mandíbula y comienzo a pegarle, dejándome llevar y sintiéndome aturdida.

La ira me nubla la vista unos segundos y hace sonar un pitido en mis oídos, pero parece calmarse al escuchar un tarareo.

Parpadeo y mi vista se aclara, los ojos verdes de mi madre me miran de cerca. Sostiene mi cabeza como ella sabe y toma mi mano, intento regular mi respiración.

Close your eyes, give me your hand, darlin' —canta en voz baja—, do you feel my heart beating, do you understand, do you feel the same...

Continua, tranquilizándome lentamente y haciéndome sentir segura. Aprieto su mano mientras no quito la mirada de sus ojos, noto como retiene sus lagrimas. Se detiene luego de unos segundos y sonríe levemente, apoya con suavidad mi cabeza en la almohada.

Bajo mi mirada a su mejilla, tiene un rasguño, la lastime.

Aprieto mis labios mientras vuelvo a sentir las lagrimas, cierro mis ojos.

—Perdón, mamá —murmuro—. Perdón.

—No, mi amor —me abraza, mientras se recuesta a mi lado—. No es tu culpa —sollozo—. Shh, esta bien, yo estoy aquí —acaricia mi cabeza

Me apoyo en su pecho mientras la rodeo, me concentro en la calidez de sus manos y logro calmarme. Abro los ojos luego de unos segundos, mi mirada termina en la puerta.

Mi padre se mantiene apoyado en ella, mirándome desde lejos.

Frunzo el ceño y vuelvo a cerrar los ojos,

No se cuanto dudaré así, no quiero seguir lastimándolos, no quiero seguir sintiéndome así.






Nota:

Fue bastante dificil escribir este recuerdo de Emma, pero más que nada porque me di cuenta de que le quedé debiendo mucho a Violette (El Rey y su Duquesa, si no entiendes esta bien, es de otra historia)
En el sentido de que debi mostrar más las secuelas que ella tuvo y hablar más de lo que pasó. Pasó por esto mismo y por más, y no tuvo a nadie como a ella para que la tranquilice...

En fin, se me vino eso a la mente

WandlungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora