Capitulo LIV

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Continuo mirándolo, sin poder creer las botellas que esta tomando

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Continuo mirándolo, sin poder creer las botellas que esta tomando.

—¿Me vas a decir de donde vas a sacar el dinero para pagar todo eso? —miro el alcohol en el carro

—¿No sabes con quien estas hablando? —toma otro tequila—. Se te olvida que el genio que tienes en frente posee de la mejor hierba. Y los ilusos de primer año me lo compran al precio más alto.

—Te pasas.

—Vale la pena —se encoje de hombros—. Además, es mi fiesta de cumpleaños y no aceptaré otra cosa más que solo descontrol. Espero que aportes en eso.

—¿Por qué no lo haría? —miro los distintos estantes

—No lo se, pareces deprimido últimamente —lo miro—. Quien diría que la ruptura con la enana te pegaría duro.

—No es una ruptura.

—No deberían terminar las cosas así —me ignora—. Es decir, tu te iras todo un año, luego te iras a Nueva Zelanda a trabajar, ella le queda muchos años aquí —amontona más botellas en sus brazos—. Se verán cuando tengan nietos.

—No exageres —frunzo el ceño

—No lo hago. No se verán en mucho tiempo —lo deja en el carro—. Y cuando se vean ya serán adultos responsables y trabajadores, olvidaran todo esto. Por eso, se deberían despedir como se debe.

—¿Intoxicados por la cantidad de alcohol que estas llevando? —miro todas botellas

—Oye, esto no es nada. Serán mas de doscientas personas, yo solo estoy llevando una parte. Y no, me refiero a toda una noche de no salir de la habitación y hacer... —levanta y baja sus cejas—. Esa si seria una despedida. Es más, lo pondré como recordatorio así lo hago cuando yo me vaya.

Arrastra el carro por otro pasillo, me quedo pensando. Tiene razón en algo, terminar las cosas en algo simple como hablar tampoco me gustó. Me iré en unas semanas, aun hay tiempo para hacer algo como ultimo.

Lo sigo, frunzo el ceño cuando lo encuentro en el pasillo de ropa interior.

—¿Qué haces aquí?

—Mira —se coloca un sostén en los ojos—, soy una mosca.

Le golpeo la cabeza haciendo que lo suelte, se queja mientras me mira mal.

—Harás que nos saquen, deja eso donde estaba.

Me mira mal pero me hace caso, se lleva el carro.

—Te lo quedaste pensando, ¿verdad? —sonríe—. Escucha, en el hotel donde Venus reservó hay habitaciones especiales para eso. Dímelo, y le digo que reserve una especial —me guiña un ojo

—No apresures las cosas. Probablemente a Emma no le guste la idea.

Ríe.

—Por favor, si son uno más ninfómana que el otro —vuelve a avanzar—. Tienes que ofrecérselo con tu mejor cara de galán y tu voz seductora —frunzo el ceño—. Así mira —mira hacia otro lado y sonríe de lado—. Preciosa, tu lo quieres, yo lo quiero. Tengamos toda una noche para nosotros sin control —imita una voz gruesa.

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