Goodbye

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Camila

Reclamé sus labios como míos, situándome a horcajadas sobre su apetecible cuerpo. La quería, claro que lo hacía. ¿Quién no le tomaría un cariño infinito a la chica de ojos esmeralda? Pero mis hormonas también danzaban desesperadas en esta jaula carnal que yo misma había construido para no acelerar las cosas entre nosotras. ¿Cómo se sentiría hacerle a Lauren lo mismo que ella me había hecho anoche? ¿Cómo sería escuchar mi nombre enredado en jadeos de pasión? Lo descubriría y, con algo de suerte, iba a ser hoy mismo. La morena se inclinó un poco para tratar de quitar mi abrigo, no obstante, la detuve.

- Es mi turno hoy, Lern. – La voz me salió ronca por la excitación y ella lo notó, regalándome una sonrisa libidinosa.

Desnudé su cuerpo parsimoniosamente, haciendo una pausa necesaria cada vez que otro retazo de piel era mostrado o cuando su boca reclamaba la mía. No iba a tener sexo con Lauren. No. Yo iba a adorar a Lauren en todas las extensiones y significados de la palabra. No importaban mis trémulas e inexpertas manos, ni los reclamos de mi centro por atención, ni la mezquindad de mis ojos de sólo apreciar la perfección de ella.

Mis movimientos al principio copiaban el mismo ritual que mi cuerpo había atestiguado ayer, pero deseché mi cobardía de principiante y opté por hacer lo que mi mente exigía. Mi lengua resbaló por su torso hasta encontrar sus redondos pezones. Ella gimió. Yo temblé. Quité la última prenda que servía de barrera entre su piel y la mía. Mis pechos se acoplaron a los suyos en un excitante bamboleo, donde mi pelvis chocó contra la suya adrede, recibiendo otro delicioso sonido en respuesta. Mordí su labio inferior, tirando de él con cuidado de no lastimarla, aunque se me hacía difícil controlar el desenfreno dentro de mí. Mi boca vagó a tientas por su torso desnudo, serpenteando su abdomen ligeramente tonificado y zambulléndose en su feminidad. El grito de satisfacción de la ojiverde me demostró que iba bien, llenándome de una confianza otrora desconocida para mí. Un dedo curioso exploró su entrada, mientras mi lengua se deslizó por el manojo de nervios. Poco a poco, el centro de Lauren engulló dos de mis dedos, que se curvaban dentro de ella para seguir arrancándole esos increíbles gemidos ahogados. Su cuerpo comenzó a convulsionar, sin embargo, ella me haló hasta acostarme a su vera.

- Lleguemos juntas, Camz.

Casi me desmayé de placer cuando un par de dedos empezaron a penetrar en mi zona más erógena, pero continué con mi labor. Se veía preciosa con los mechones de cabello adheridos a sus sienes, la boca entreabierta y sus iris de un color más oscuro de lo normal. Juntó su frente a la mía, con los temblores de ambas intensificándose.

- ¡Ah, Camila! – Gritó antes de alcanzar el éxtasis. No aguanté más y la seguí a nuestro paraíso privado.

- ¡Lauren! – Imité su exclamación, muy perdida en la comodidad del momento como para ser más locuaz.

Nuestras pieles fueron cubiertas por una fina capa de sudor. Yo estaba sumergida en las escenas que acababan de grabarse para siempre en mi cabeza, mientras acariciaba el pecho de Lauren, donde descansaba después de controlar los desajustados latidos de mi corazón. Mis párpados batallaban contra el imprevisto sueño que me embargó. No quería dormir porque si lo hacía serían minutos que desperdiciaba junto a ella; minutos en los cuales no vería sus hermosos ojos o su contagiosa sonrisa.

- Duerme, babe. – Sugirió la morena, dejando un beso en mi coronilla.

- No quiero. – Protesté con un bostezo.

- Tu cuerpo acaba de contradecirte. – Me acomodó más sobre ella. – Descansa, Camz.

- ¿Cuándo despierte estarás conmigo?

¿Ella o Yo?Where stories live. Discover now