"I'll Stand By You"

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Lauren

Había sido un día bastante entretenido con la naturaleza de protagonista, el retorno a mi amistad infantil e inocente con Shawn y la belleza de Camila resaltando en aquellos parajes boscosos. Mis sentimientos por mi mejor amigo seguían estando presentes, sin embargo, lo que sea que sintiera por la cubana comenzaba a llenarme más. Es cierto que ella a penas intercambió un puñado de líneas agradables conmigo, pero eso no podía considerarlo un avance o una señal para dar el siguiente paso. Por mucho que ansiara besarla nuevamente, debía controlarme. Ellos se veían felices juntos y no podía entrometerme en su perfecta relación por mis mezquinos deseos. Ni yo misma soportaría alejarme de Camila abruptamente, por segunda ocasión consecutiva, ni le mentiría con tanto descaro a Shawn. A él lo amaba todavía, aunque era casi un reflejo de aquel amor idílico que recreé en mi cabeza tanto tiempo, que ya lucía como una parte de mí. Pero cuando miraba a la hermosa chica de ojos chocolates… Estaba segura de que jamás me había sentido tan atraída por alguien.

Ya estaba usando mi ropa de dormir, a punto de acostarme en el cómodo colchón, cuando oí un par de voces al otro lado de la puerta. Se escuchaban más bien como besos entrecortados y susurros de despedida. Genial. Los Romeo y Julieta de mi vida estaban enzarzados en su empalagosa despedida nocturna. Volví a saborear la amargura de los celos que retorcían mis entrañas, como mercenarios traicioneros que me impedían recrear escenarios más agradables que el intercambio salival de esos dos. Miré hacia el techo, con la esperanza de eliminar los grotescos sonidos de sus bocas chocando apasionadamente. Los pasos de la menor retumbaron en el silencio de la habitación. Se apresuró a refugiarse entre las mantas cuando un relámpago interrumpió la tranquilidad de la noche. A ese se le sumaron tres más y una cortina de implacable lluvia. Ninguna habló, no obstante, notaba cómo el cuerpo a mi vera se sacudía cada vez que la luz se escurría a través de las ventanas. Camila se asustaba con las tormentas eléctricas. Lo sabía porque cuando éramos amigas me lo contó, del mismo modo en que yo le confesé mi pavor a las alturas. Escuché un ligero sollozo, así que no me contuve más y tomé su mano entre la mía. Ella se apartó de inmediato, pero lo intenté nuevamente, esta vez apreciando el toque aterciopelado de sus dedos en los míos.

- ¿Puedo pedirte algo, Lauren? – Preguntó sin emociones explícitas en su voz. Apreté su mano en señal afirmativa. – Abrázame.

Me quedé petrificada por unos segundos, sin embargo, el próximo rayo me hizo reaccionar. Su menudo cuerpo encajó a la perfección entre mis brazos, entonces todo dejó de tener sentido para mí. O fue cuando entendí para qué había nacido. Había encontrado mi función vital: sostener a Camila en sus momentos de debilidad; sostenerla cada vez que pudiese porque con ella me sentía completa.

- Esto no significa que las cosas estén bien entre nosotras.

La aclaración asestó un contundente puñetazo en mi corazón, no obstante, tenerla tan cerca de mí me hizo sentir impávida. El golpeteo de las gotas contra el cristal, la luz alumbrándole las facciones a la asustadiza adolescente, su calor envuelto en mi cuerpo como una segunda piel, su respiración aligerándose a medida que yo le acariciaba la espalda en un tierno masaje… ¿Qué más podía pedir? Tal vez su perdón, una claridad en mis bifurcados sentimientos y un beso. Pensándolo mejor, lo último no. Si iba a besarla no quería que tuviese el rastro de su novio en los labios.

El trinar de las aves me hizo despegar los párpados para develarme la magnífica aurora que se desplegaba por aquella reserva natural con la delicadeza que sólo un gran pintor del Medioevo sería capaz de retratar en un óleo.

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¿Ella o Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora