1 || Estoy lista

6.2K 645 571
                                    


—No puedo —susurré entre lágrimas, era imposible para mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No puedo —susurré entre lágrimas, era imposible para mí. Me sentía pequeña de nuevo, solo que, en ese caso, mamá no estaba para limpiar mis lágrimas y darme una palabra de apoyo.

Solo tenía un cofre con sus pertenencias, una carta, y un montón de ganas de salir del ático para evitar seguir llorando.

Guardé esa carta en mi bolso y di la vuelta sobre mis talones, de ninguna manera iba a husmear más del asunto, por lo menos no ese día. Todavía no estaba preparada.

Dejé todo lo demás como lo encontré desde un inicio y bajé con cuidado hacia la habitación de mi padre. Él me esperaba sentado en su gran sillón, reposaba ahí, con los ojos cerrados, la medicina parecía haber hecho efecto en él.

—Papá —lo llamé bajito, pero aún con el esfuerzo de no asustarlo, lo hizo igual. ¿Por qué se despertaba como si hubiese disparado un arma justo a su lado?

—Me asustaste, Bea —dijo poniendo su mano sobre su pecho, sonreí de lado, un poco desanimada, y él lo notó.

—¿Estás bien? —preguntó. Yo negué con la cabeza—. ¿Leíste algo que te puso así? —siguió indagando, sabía que no diría todo de frente.

Yo tomé un poco de aire para no volver a llorar.

—Mamá dejó una carta —conté después de unos segundos—. Supongo que no querrás leerla, pero papá, no lo sé. No me siento preparada para ver lo que sea que esté en el cofre. Sus recuerdos siguen ahí, aunque ella no los tenga en mente.

—Entiendo, Bee. Si te sientes más cómoda, puedo mandar el baúl a tu departamento. Solo dime. Este va a ser un viaje largo y debes descubrirlo tú sola. —Él se levantó, caminó por la habitación hasta llegar a donde estaba su abrigo.

—¿A qué te refieres? —pregunté curiosa.

Mi padre se balanceó sobre sus pies como un pequeño y yo solo lo miré, su comportamiento era diferente y empezaba a preocuparme.

—Tu mamá me prohibió hablar. —Encogió los hombros.

—Papá, ya mamá ni siquiera está aquí.

—¿Eso qué tiene que ver? Cuando prometes algo, debes cumplirlo. Aunque la persona a quien se lo prometiste no esté presente. Una promesa es una promesa.

—Tienes razón, papá.

—Entonces, ¿te animas? —Me miró expectante.

—No lo sé. ¿Te parece buena idea? —pregunté, él asintió sin dudar.

—Tu madre es testaruda como ella misma, también me envolvió en aventuras que jamás olvidaré, sé que ella quiso prepararte algo especial, y seguro lo verás en su momento.

Ladeé un poco el labio, y después de pensarlo un poco, asentí.

—Está bien, me lo llevaré. —Accedí, y pensé que tendríamos otro silencio, pero él retomó la conversación, no sin antes, sentarse de nuevo en el sillón.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora