27 || Un tour, y un cuento que contar

2K 278 300
                                    

Eran casi las cinco de la tarde cuando Alelí irrumpió en mi habitación para preguntar si quería conocer la ciudad, acepté sin dudarlo, y ni siquiera me dio tiempo de proponer invitar a Finn y a Luca, porque ellos venían de camino hacia nosotras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran casi las cinco de la tarde cuando Alelí irrumpió en mi habitación para preguntar si quería conocer la ciudad, acepté sin dudarlo, y ni siquiera me dio tiempo de proponer invitar a Finn y a Luca, porque ellos venían de camino hacia nosotras. Nos tomó poco menos de quince minutos salir de casa, y de pronto nos encontrábamos en el auto dirigiéndonos a la plaza.

El sol amenazaba con empezar a esconderse, pero nosotros fuimos más rápidos en llegar al lugar.

—¡Bienvenidos a Villa Rey! —Alelí llamó nuestra atención. La muchacha en cuestión se veía feliz y ansiosa de salir para mostrarnos el lugar que la vio nacer. Luca estaba estacionando el auto cerca de donde nosotros bajamos—. Este es mi pueblo y cuna de una de las gastronomías más conocidas del país. Pero no me voy a poner en modo guía todavía. Solo les mostraré los edificios arquitectónicos más importantes. Toda ciudad en este país tiene una plaza en donde encontrarán una iglesia, probablemente una fuente de agua, y si hubo algún suceso histórico, seguro algún monumento. En caso de Villa Rey, lo tiene todo. Por ahí la fuente —la muchacha la señaló, y luego dio la vuelta para señalar la iglesia—. Nuestra nueva catedral de estilo barroco, todo esto porque, ¿Cómo no? Hubo un terremoto que destruyó la anterior —comentó nada sorprendida.

—¿Ustedes tuvieron muchos terremotos? —curioseé—. Nuestra guía en la Ciudad Central nos dijo algo parecido.

—Terremotos e incendios, muchos —Alelí asintió—. En esa calle está el monumento a Bernardo Santamaría de Soria, fue entre otras cosas, un rebelde y nuestro libertador.

—¿Un rebelde? —Finn repitió, Alelí asintió e hizo un pequeño sonido de afirmación.

—Se rebeló contra su nación y su tropa, luego ayudó a los esclavos a independizarse. Ah, y no olvidemos que mató al rey y fue a la cárcel por un tiempo, pero los mismos indígenas lo sacaron de ahí... Quemando la cárcel. —Yo pestañeé un poco y ella sonrió—. Sí, tuve unos antepasados bastante serenos, por suerte —comentó, ambos nos reímos y ella nos ofreció una sonrisilla traviesa.

—Ya llegué, ¿De qué estamos hablando? —Luca apareció en escena junto a nosotros, pero al ver nuestras caras, asintió—. Les estás hablando de Bernardo, ¿No es así?

—No puedo no hablar de Bernardo. Tenemos un monumento gigante a cuerpo completo, ¡Es mi deber instruirlos! —chilló enfatizando la frase—. En fin, ¿Probaron alguna vez la lúcuma? —cuestionó Alelí, cambiando de tema totalmente, pero supuse que, al ver nuestros rostros de confusión, siguió explicando—. Es una fruta originaria de los valles andinos, está presente en varios países de Latinoamérica, predomina su producción mayoritaria en Perú y Galí. Pero no venimos aquí a pelear sobre su origen, venimos a disfrutarla, porque es una delicia. Así que vamos a probarla, síganme.

Miré a Finn, que solo encogió los hombros y caminó junto a los demás. Nos dirigimos juntos a un lugar donde, además de mucha música, habían puestos de comida de distintos tipos. Dulces, salados, incluso helados y bebidas. Alelí se comunicó con uno de ellos y nos entregó un postre con una tonalidad naranja a cada uno.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora