16 || Feliz cumpleaños, mami.

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—De vuelta a casa —murmuré justo antes de cruzar la puerta de salida del aeropuerto

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—De vuelta a casa —murmuré justo antes de cruzar la puerta de salida del aeropuerto. Finn me miró y sonrió un poco de lado.

—Vamos, chicos. Quiten esas caras largas. No conseguimos mucha información sobre Henry, pero Javier encontró una nueva familia. ¿No es eso un buen motivo para sonreír? —preguntó Dom. Había olvidado que ellos venían con nosotros.

Di un suspiro largo e intenté sonreír.

—Lo sé, pero Javier no está del todo tranquilo. ¿No les parece que todo es muy sospechoso? No sé si sean paranoias mías, o de verdad está sucediendo algo. —Bufé y negué—. Lo siento. Debe ser esta situación con mi tío, que me hace desconfiar de todo —dije sincerándome.

No quería pensar más en Andrew, pero aquel reciente fallecimiento solo me hacía pensar en el peligro inminente del que mi familia, amigos y yo enfrentaríamos. Me asustaba que, en un abrir y cerrar de ojos, algunos de nosotros, podría dejar este mundo.

Al igual que Henry Kingston.

—Estamos aquí para acompañarte, Bee —contestó Dom—. Él no te va a hacer daño, no lo permitiríamos.

—Dom tiene razón —añadió Finn—. Ni él ni nadie.

—¡Aquí están! —Kevin anunció su llegada con aquella frase. Su presencia me hizo feliz y corrí a abrazarlo.

—¡Hola, Kevin!

—¿Nos vamos? —preguntó mirándonos. Yo asentí.

Nos despedimos de Tyler y Dominic de forma breve, con la promesa de contarnos si se enteraba de algo más. Esperábamos que esa reunión con Agatha tuviese algún fruto.

Otra vez, no quedaba otra opción que esperar.

Le contamos un poco de lo que había sucedido a Kevin, recordé que debía llamar a mi padre para avisarle que ya había llegado. Me dio un poco de lástima no haberlo visitado, pero al viajar por un tema del trabajo, no podía separarme del grupo para verlo.

Kevin ofreció llevarme a recoger la cajita musical, así que antes de dejarnos en casa, fuimos por ella.

—¿Oyen eso, chicos? —preguntó Kevin de pronto. Yo miré a Finn para verificar, puesto que se oía otro sonido que nuestras respiraciones.

—¿Oír qué?

—Exacto, solo hay silencio. ¡Qué gusto me da trabajar contigo! Es un bonito descanso el no tener a dos monos chillones alrededor todo el tiempo. Ustedes dos me dan paz, me caen bien —comentó. Me eché a reír en cuanto entendí. Kevin dio la vuelta a la calle.

—¡Tú adoras a esos dos monos chillones, mentiroso! —repliqué de inmediato. Sabía de sobra que estaba bromeando. Kevin estuvo con Chase y Nick en los buenos y malos momentos. Por supuesto que los quería.

Llegamos al lugar, el señor me comentó que la pieza que faltaba fue un poco más difícil de encontrar de lo que pensaba, pero lo logró. La cajita musical funcionaba a la perfección. No quise tocarla mucho hasta que llegase a casa. Así que, cuando Kevin nos dejó en el apartamento, Finn y yo subimos las escaleras conversando de cosas aleatorias hasta llegar al piso donde Sam también estaba.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora