14 || Un mal de altura

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La puerta del elevador se volvió a abrir, no había pasado mucho desde la noticia, Finn me observó algo preocupado y se acercó a mí, puesto que estaba llorando

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La puerta del elevador se volvió a abrir, no había pasado mucho desde la noticia, Finn me observó algo preocupado y se acercó a mí, puesto que estaba llorando.

—¿Qué pasa, Bee? —me preguntó.

—¿Señorita Tucker? —volvió a hablar el comandante. Gemí un poco antes de poder contestar, traté de calmarme y tomé un poco de aire—. ¿Está ahí?

—Sí, estoy. Un segundo, por favor —pedí. Caminé hacia la sala, lugar en donde al menos no estaría llorando frente a todos mis compañeros de trabajo. Le indiqué a Sara que todo estaba bien, ella lo comprendió al instante y retrocedió porque quería acercarse. Finn, sin embargo, me siguió hasta donde estaba. —Comandante, lo escucho. ¿Cómo es que se escapó? ¿Tienen algo más de información?

—Lamento decirle que no. Huyó de formas que nadie comprende. Lo que sí sabemos, es que fue con ayuda de alguien, puesto que una huida tan limpia no debe ser idea de uno solo. El pabellón psiquiátrico está tan o más resguardado que la cárcel principal. Es imposible que burlara la seguridad él solo. Alguien debió ayudarlo, y estamos investigándolo. —Yo me senté en una de las sillas. Tenía claro que, si seguía de pie, me iba a desmayar.

—Lo entiendo, comandante. El problema es que Andrew juró que saldría de ahí. Sé que no es tonto, y no nos atacaría ahora mismo. Pero mi padre, mis amigos y yo declaramos en su contra. Él querrá hacernos algo. A Nick, sobre todo.

—Estamos al tanto de ellos, señorita Tucker. Hablaremos con el personal de seguridad del señor Bucket. También habrá más seguridad en la zona donde usted vive, por lo menos hasta que logremos llegar al lugar donde esté escondido. Le doy mi palabra, lo encontraremos pronto.

Bufé y apoyé mi cabeza sobre mi mano izquierda.

—Está bien. Llamaré a Nick de inmediato. Él debe saberlo.

—Correcto. La mantendré al tanto, señorita Tucker. —Yo asentí, aunque no pudo verme. Luego terminamos con la llamada.

Me quejé y apoyé mi frente sobre la mesa.

—Mi tío se escapó de la cárcel —le conté a Finn, sin siquiera esperar a que me preguntase—. Así que ahora estoy a su merced. Me puede matar en cualquier momento, si es lo que desea. A mí, o a mi mejor amigo. Tengo que llamarlo —mencioné tomando mi teléfono de nuevo. El tono sonó un par de veces, hasta que contestó.

—Hola, Bee. Te habla Bianca, Nick se quedó dormido hace unos minutos —susurró la novia de mi amigo—. ¿Necesitas algo? ¿Estás bien?

—Hola, Bianca —saludé—. Uhm, tengo malas noticias. Necesito que despiertes a Nick. Sería bueno que los dos escuchen lo que tengo que decir. ¿Puedes hacerlo, por favor? —pedí. Sé que notó mi preocupación, porque en otro momento hubiera tomado el recado, ya que a Nick a veces le costaba dormir.

Escuché de lejos como lo despertaba, hasta que funcionó. Oí a mi amigo preguntar si había sucedido algo, y ella le dijo que no sabía.

—¿Bee? —Mi amigo aún estaba un poco dormido. Lo podía percibir en su voz ronca.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora