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El rubio corría como si no hubiese un mañana por el húmedo bosque, corría desesperado por salir de aquel infierno, por salvar sus vidas, la de él y la de la pequeña cría, quien llorando se sujetaba fuertemente a el cuello sudoroso de Gustabo.

-Tranquila peque... y-ya queda poco no llores más.

Siguió corriendo durante casi media hora hasta poder salir del bosque, según su plan, el helicóptero debería de estar allí, y en efecto. Gustabo con cuidado metió a la pequeña abrochándola el cinturón y poniéndola un paracaídas por si acaso, él hizo lo mismo y rápidamente se subió al helicóptero.

-Tantos años siendo transportado en este cacharro servirán de algo. -El rubio animándose a si mismo mentalmente, despegó el pequeño helicóptero. -Márcame en el GPS el aeropuerto peque, nos vamos a Los Santos. -La pequeña pelinegra de ojos verdes le hizo caso y marcó dicha dirección. -Para tener tan solo seis añitos eres muy lista. -La pequeña Ana sonrió acomodándose en el asiento... Este sería un viaje muy largo.

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*Gustabo*

Hace ya 7 años desde lo ocurrido, los peores 7 años de mi vida, durante este largo tiempo han ocurrido muchísimas cosas, y todas horribles. Para empezar, los 3 primeros años fueron los más duros, caí en una fuerte depresión pero nunca intenté suicidarme ¿Por qué? Porque se lo prometí a Jack, yo le prometí que volvería, y no podía dejarle solo, así que mi inútil cabeza durante esos años no funcionó del todo bien que digamos. Estaba desesperado, intenté escaparme el primer año más de 15 veces, y el segundo yo diría que incluso más, pero tuve que aprender por las malas que sin un plan no podía ir a ningún sitio, siempre me pillaban y los castigos eran horribles, inaguantables...

Todos los días me violaban y utilizaban como les viniera en gana, incluso me obligaron a participar en tríos y hasta putas orgías llenas de enfermos mentales.

El cuarto año, creyeron que podían quitarme la memoria a base de golpes, yo, que ya comenzaba a pensar con claridad, decidí hacerme el tonto, como si no recordase nada, esos inútiles se lo creyeron y me "manipularon," o eso es lo que ellos se pensaban que hacían, porque yo siempre lo he sabido todo, y aunque me hubiera tocado actuar, había valido la pena.

Ellos me quisieron borrar la memoria para que me convirtiera en una especie de aprendiz suyo... Que ilusos verdad? Gracias a esto yo conseguí toda la información que necesitaba y me puse a tramar un plan perfecto para mi huida y su muerte, pero hubo un pequeño imprevisto en el camino... Ella

Esa pequeña ratita pelinegra de tan solo 6 años... A Ana la trajeron en el quinto año, por mi propia cuenta descubrí que se la encontraron llorando en un callejón, les pareció muy linda y se la llevaron, decían que cuando fuese más mayor le harían lo mismo que a mi, bueno, eso ellos no me lo dijeron, ya que me soltaron mentiras y más mentiras para que yo les viera como los buenos.

Cuando escuché semejantes barbaridades un instinto protector en mi despertó, me decía que debía cuida a esa pequeña costase lo que costase, no iba a permitir que sufriera lo que yo tuve que pasar.

A si que, tuve que comenzar mi plan desde cero, incluyendo a la pequeña niña.

¿Qué cómo era mi plan? Sencillo pero difícil de llevar a cabo, me explico...

A mi me tenían demasiado vigilado, los únicos momentos que me dejaban solo era en el baño, incluso a veces ni eso, siquiera a la hora de dormir estaba solo, supongo que me entenderéis, pero cuando no era así, aprovechaba para escribirlo en unos folios robados. Cuando Ana llegó, me dejaron encargado de ella, para que la enseñara y entretuviese. En los pequeños momentos que nos dejaban solos, a veces también escribía y tramitaba dicho plan, mientras la pequeña dibujaba o hacía alguna tarea.

Para mi plan necesité ayuda. Tuve la suerte de conocer a Amanda, una de las criadas de Marco y mi madre, ella sentía mucha pena y compasión por mi, tanta esta que muchas veces se la jugó para sacarme de algún aprieto, o incluso traerme algo más de comer, porque según ella me veía muy delgado. Llego a tanta la confianza con ella que la comenté mi plan, ella me ayudo a sacar dos billetes de avión y a darnos el dinero suficiente para nuestra huida. Yo quería que ella se viniese con nosotros, pero se negó, nos dio un móvil y nos dijo que contactaría con nosotros y nos comentaría cualquier imprevisto.

Uno de los días que me llevaron a uno de esos horribles clubs de noche, descubrí donde tenían aparcados los helicópteros, también descubrí que esos eran los únicos vehículos que no tenían un localizador, aparte de que estos llevaban armas en la parte trasera por alguna situación de emergencia.

Me tomé el tiempo de investigar a cada uno de los guardias y vigilantes, sabía todo de cada uno de ellos y ellas, sus familias, horarios de dormir, puntos débiles... TODO

Ya todo listo, esta misma madrugada, cogí una mochila con todo lo necesario, Ana y yo nos despedimos de Amanda, prometiéndola que volveríamos a por ella y nos cargaríamos a todos esos hijos de puta. Con las llaves robadas de una puerta inhabitada de guardias, salimos, realizando la primera fase de huida, la cual se llevaba a cabo yendo sigilosamente a rastras por un pequeño camino lleno de hierba alta, para que los guardias de la gran mansión no nos viesen, debíamos ir con en sumo silencio posible, y con muchísima delicadeza, cosa que conseguimos. Ya un poco más lejos, donde no nos podían ni ver ni oír, cogí con fuerza a Ana y corrí como nunca antes lo había hecho.

𝑼𝒏𝒂 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒐𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 - (𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒂𝒃𝒐)Where stories live. Discover now