Narra Isa:
Me dolía. Dolía. No lo soportaba, era demasiado dolor. ¿Por qué me hacían esto a mi? Yo no les había hecho nada. ¿Ni durmiendo podía estar tranquila? No, claro que no.
Agité los brazos como espantando moscas, y abrí los ojos buscando a mis torturadores, pero no los encontré. En cambio, vi una figura borrosa enfrente mia, y alarmada me alejé de ella todo lo posible.
-Eh, eh, tranquila-susurró la voz de Jake.
Restregué mis ojos con los puños, y cuando los abrí , la figura borrosa se convirtió en Jake, que acuclillado junto al sofá, me miraba, como su estudiara mis movimientos.
Suspiré y me levanté. Me sentía tan mareada que me apoyé en una silla.
-¿Como te encuentras? No has estado durmiendo mucho, quizá media hora. Pensaba que dormirias más.
-Estoy mejor. Pero no me sirve de nada, porque ahora me tendré que ir...
"...huir y volver a sufrir". Pensé.
-¿A dónde?-parecía no entender de que hablaba.
-A otro lugar. Me han desterrado, ¿recuerdas?
-No te han desterrado.
-La mayoría (por no decir todos) estaban de acuerdo con que me fuera.
-¿Y?
-¡Pues que no me puedo quedar!
-Pues te quedarás.
-¿Por qué?
Esto no tenía sentido.
-Por que lo digo yo. Soy el hijo del jefe, todavía tengo autoridad.
Me quedé en silencio. No sabía que decirle.
-No quiero estar aquí, y que todos me miren con odio. Lo más justo...
-Lo más justo es que te quedes. No puedo dejar que te echen a los lobos sin una buena razón.
-De acuerdo. ¿Ahora qué?
Me encogí de hombros, y él no parecía entender a lo que me refería.
-¿Ahora, que hago?
-Relajarte. Recuerda: estas a salvo.
-¿Pero no haré nada? Además, el instituto...-pensé en el uniforme que estaba en la maleta-. ¿Ya no puedo estudiar?
Se quedó mirando al infinito, pensativo, con las manos en los bolsillos.
-¿Que te gustaría hacer?
Ahora la que no entendía era yo. Me hizo un gesto para que le siguiera, y bajó las siniestras escaleras. Le seguí. Después de haber bajado esas escaleras, ya no me asustaban. Ya sabía que había en la luz del final.
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-Abre los ojos-me ordenó, y los abrí.
Quedé broquiabierta.
Me había ordenado que cerrara los ojos, que no viera nada. Me había dejado guiar a través de toda la aldea con los ojos cerrados. Aunque no veía, me apostaba lo que fuera a que la gente me miraba con desconcierto al pasar. Era normal.
Enfrente mía había una sala de entrenamiento, con varias personas peleando, algunos con sus dones, y otro cuerpo a cuerpo
Inconscientemente, me miré el anillo y la enredadera de tatuaje que cada vez aumentaba más de tamaño, desde el dedo hasta el antebrazo.
Un hacha desviada, se clavó en la pared, a poco más de media metro de mi cuerpo. Di un salto, más asustada por el ruido que había hecho al clavarse en la pared, que del arma en sí.
-¡Cuidado!-escuché gritar a alguien.
Un hombre de rostro feroz, cuerpo musculoso y grande, y voz grave se acercó y recogió el hacha mirándome con desdén. ¿Será por que sabe quien soy, o simplemente es de esas personas que no es capaz de relajar el entrecejo?
-Apartate-dijo.
Yo me hice a un lado, aún estando a más de un metro de distancia, y choqué con Jake. Le miré como a quien miras esperando una reacción o un comentario, pero el se encogió de hombros.
-En realidad es muy simpático.
-¿Por que me enseñas este lugar?
-Pensé que como te persiguen los X, alomejor querrías apre_nder a defenderte.
No sería mala idea. Aprender de que es capaz este anillo y mis dones, me daría cierta ventaja si alguna vez me atraparan. Quizás hasta sea capaz de huir o de acabar con ellos.
-Si, tienes razón.
-Aparte de que, quiera o no la gente, eres la chica de la profecía, y tienes que encargarse de los 23 jefes... Si todavía quieres,claro-asentí, y pareció que de nuevo le entraba aire en los pulmones, por que habló nervioso-. No te puedes enfrentar sin saber pelear.
-¿Cuando empezaría?
-Mañana.
-¿Y quien...?
-¿Ya ha aceptado?-una mujer habló detrás mia.
Al girarme vi a Tina, con una coleta y expresión guerrera. Sus brazos estabas en jarras y respiraba rapidamente, mientras me fijaba en el sudor que hacía chorrear su cara, y transparentaba varias partes de su ropa, como en las axilas, el pecho y la espalda. Su cuerpo, pequeño pero ejercitado parecía tenso.
Parece mentira que tal y como la había conocido, la hubiera visto debil, de cristal, menuda...
Eso, pensé, podría ser una estrategia contra el enemigo, una máscara: parecer pequeña e insignificante y luego ser fiera,salvaje. Cuenta con la ventaja de la sorpresa.
Y al obstante lo supe: quería ser como ella, un cuerpo aparentemente débil, y el carácter y fuerza suficiente para vencer al enemigo.
-Ella, Isa, será quien te guíe en los ejercicios físicos. Kent te ayudará con la magia.
-Bien.
-Isa, el protegerte y tenerte aquí en contra de la opinión del pueblo, esta bastante feo por nuestra parte, así que procura no llamar la atención. No queremos problemas aún todo.
Asentí.
-Vivirás con Kent por el momento, espero que no te importe.
-Para nada.
-Pues ve. Te estará esperando.
Me acompañó a su casa, y luego se fue a la suya. Estaba contenta por aprender a defenderme, pero no debía hacerme ilusiones, al fin y al cabo, siempre hay problemas. Yo los atraigo. Para los problemas, soy como la miel para las abejas, irresistible.
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Una huérfana especia || PAUSADA
Teen FictionRegistrada en Safe Creative. Código: 1502083208995 Prohibida su adaptación o copia. Todos los derechos reservados. ________________ Yo no sabía nada de esto. No sabía que de mis manos saltaban chispas, y menos aun, que me enamoraría de un compl...