La cúpula

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Abrí los ojos con un dolor de cabeza increíble. Sentía el brazo derecho ligero. Lo miré. El brazo estaba casi al completo cubierto por unos tatuajes extraños. Runas, los llamó Kent. Me dio la impresión de que había mas que la vez anterior, más marcados, hermosos y llamativos. Me levanté y miré mi alrededor para saber donde estaba. Estaba en una mullida cama, en una habitación espaciosa pero pequeña. Me levanté con curiosidad. A mi alrededor había estanterías con botes y tarros con todo tipo de sustancias dentro. Algunos tenían etiquetas con letras extrañas, parecía una mezcla del griego y los símbolos celtas. Me acerqué a la estantería y arrimé la cabeza a un bote con una sustancia negra y pegajosa que se revolvía, haciendome creer que tenía vida. Alargué mi mano para cogerlo, pero una voz detrás mia me sobresaltó.

-Yo que tú no lo tocaría.

Dando un salto, me giré, alerta. Kent estaba detrás mia, con su sonrisa jovial.

-¿Qué es?

-Eso-señaló a la sustancia pegajosa-, es lo que tenías en el brazo. Son las maldiciones.

-No sabía que una maldición tuviera forma física.

-Y carácter también-se agarró la mano derecha, que estaba vendada-. Fué difícil, pero nací para esto-me guiñó un ojo.

-¿Y esa cosa...

-Si, llamemoslo cosa. Si te digo su nombre ni yo sabría pronunciarlo, la verdad.

-... puede salir del bote?

Kent frunció el ceño

-Son maldiciones muy fuertes. Es probable que lo consigan si no encuentro  rápidamente lts forma de hacerlas desaparecer.

Dejé escapar un suspiro cansado.

Me miré el brazo. No había ninguna señal de que el brazo hubiera sido abierto.

-¿Alguna vez has hecho esto antes?

-Una vez. Hace ya de eso... ¿Cuanto?¿100 años?

-¿Pero no tenías 106años?

-Si.

-¿Y tus padred te dejaban abrir brazos con 6 años?

-Mis madre murió cuando yo tenia 6 años. Mi padre duró un poco más, pero solo un poco. Murió 12 años mas tarde.

-Lo siento, no lo sabía.

-Ya lo sé. Pero de eso hace ya mucho tiempo. Mi padre era curandero y sabio, antes de él mi abuelo, y yo ahora. Mi abuelo me enseñó todo lo que sé. No me mires así, estoy bien-sonrió, de verdad en buen estado-. Como me decía mi abuelo, nosotros los sabios, tenemos cuerpo de 20 años, mente anciana, pensamientos profundos y un corazón fuerte.

Sonreí. De verdad, parecían  palabras sabias.

-¿Donde está...

-...Jake? Está en el salón.

Su gesto había cambiado a serio y rígido como una piedra.

-¿También tienes telequinesis?-Alcé una ceja.

-No, pero suponía que lo preguntarías.

Desapareció. Cuando me giré a todos lados, buscándole, le vi en la puerta, esperándome.

-Vamos-me urgió.

Le seguí, caminando rápido para alcanzarle. El brazo me empezaba a molestar, pero no dije nada. Supuse que incluso tras las operaciones mágicas hay una sensación molesta.

-Jake-escuché decir a Kent cuando llegamos al final del pasillo.

Levanté la mirada de la tabla de madera del suelo, y vi a Jake en un sofá, preocupado

Una huérfana especia || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora