Capítulo 30

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"ZUQUITA DESCUBRE A KAGOME EN LA ERA REIWA"

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"ZUQUITA DESCUBRE A KAGOME EN LA ERA REIWA"

Han pasado tres meses desde aquel beso, tres jodidos y miserables meses, encastrada, con un sólo punto fijo y Kagome ha llenado su cuerpo de angustia y desesperación y aburrimiento, la comunicación con su madre era un poco cortante, detesta eso, pero no hay remedio ambas son muy orgullosas y ninguna pondría el primer paso para arreglar las cosas. Lo único bueno que había obtenido de todo esto es subir sus calificaciones, había obtenido un buen puntaje en la clase de biología con el tema de la educación sexual.

Joyo se había vuelto un buen amigo o eso es lo que aparenta ser, Kagome sabe sus intenciones y en ocasiones pone sus límites, en el fondo sigue pensando en Sesshomaru, es algo tráumante.
Desea con el alma volver a entrar al pozo, buscarlo y debatir con él, retarlo por sus actos tan raros. Pero su familia la observa como un águila o un león intentando cazar a su presa.
No le queda más remedio que crear hipótesis, historias, cartas y una que otra vez una buena masturbada.
Todas dedicadas a ese demonio. Las conserva debajo del colchón dónde nadie los ve.
Sin embargo hoy era un viernes nada tranquilo, se había levantado de madrugada, últimamente no ha podido dormir, en pasos torpes camina dentro de su habitación. Se viste y no se arregla tanto, no se cepilla el cabello, ni tampoco tarda en desayunar, sólo prueba leche con chocolate.

Su madre baja las escaleras, Kagome la mira de reojo, mientras daba sorbos rápidos a su leche.
—¡Buenos días!— dice de manera sería.
—Buenos días— le responde su madre un poco efusiva. Hoy no te llevaré a la escuela, creo que ya es momento que te vayas por ti sola.

Kagome siente que está soñando.

—¿De verdad mamá?.

—Si, el castigo ya duro algunos meses y no puedes seguir de esa manera.

—Si lo sé...

—Si te castigue es porque no quiero que te suceda algo, Kagome. Quiero que seas feliz, que tengas una carrera, dinero y viajes por todo el mundo y sobre todo un amor que te valore...

A Kagome se le hizo un nudo en la garganta.

«Desearia que fuese Sesshumaru», pensó sin tener alguna esperanza o creencia a las posibilidades.

De una manera sus pensamientos se esfumaron porque sintió el calor de un abrazo, era de su madre, tan cálido y dulce, no pudo evitar que ambas se echarán a llorar.
—¡Lo siento!— dijo Kagome, deseaba no soltar a su madre por varios minutos.

—Yo también lo siento hija.

—Mamá tengo que...

Estaba dispuesta de contarle que ella viaja en el tiempo.

—¿Si?— la observaba atentamente mientas se limpiaba las lágrimas.
Ella intento armarse de valor, pero no pudo.
—Soló quiero decirte que te amo— se sonaba la nariz con un klinex que guardaba en los bolsillos de su falda escolar. Se despidió y se fue rumbo a su escuela.

Miró el reloj y ya era tarde.

Se apresuro a tomar el tren sin darse cuenta de las personas, le urgía llegar. Empezaría una nueva posiblidad, una nueva oportunidad y una nueva historia. Aunque eso implique no volver a ver a Sesshomaru, se prometió a si misma que no volvería a mentirle a su familia, total aquel demonio no era nada de ella.

—Se sentía feliz y en paz.

De repente sus pasos fueron detenidos por un choque con un cuerpo. Que la hace perder el equilibrio y se da un buen sentón de nalgas.
—¡Auch!— Kagome no la vio venir. Levantó la mirada y observó quién había sido el culpable del golpe. Se trataba de una mujer con complexión atlética, caderas bien delineadas, cabello recogido en una coleta y un Kimono de flores.

Zuquita se sorprendió, claramente el parecido con Kikyo era abismal y nunca antes había visto a una mujer con tanta similitud.

Kagome permanecía en el suelo.
Zuquita tardo en reaccionar, su objetivo había aparecido después de buscar y buscar y asesinar.

—¡Perdón, no me di cuenta!—dice de manera relajada, tímida y tranquila para no parecer la villana que es.

—No se preocupe, suele suceder.

—¡Déjame ayudarte!— extiende la mano para que Kagome pudiera levantarse del suelo sin que se viera sus calzones fiusha.

Kagome accede la ayuda sin saber que está justamente con el enemigo.

—¿Necesitas que te ayude en algo?.

—No, pero gracias.

—Estoy muy apenada contigo muchacha.

Kagome le dedica media sonrisa.

—Yo también tuve la culpa por andar de distraída.

—Enserio déjame ayudarte en algo, veo que vas rumbo a tu escuela y creo que ya se te hizo tarde y te pueden regañar algún profesor gruñón— insiste.

«De eso no tengo duda», pensó inmediatamente en el profesor Boris.

Zukita le propuso llevarla a la escuela, le dijo que tenía estacionado su automóvil algo cerca y que el rumbo que tomaría era justamente la ubicación dónde se encuentra las instalaciones de la secundaria dónde Kagome asistía.
Ella accedió porque ya no deseaba tener más broncas con aquel maestro metiche y subió al automóvil blanco. Aunque eso implicaba un gran riesgo, no conocía a esa persona pero era un riesgo que debía tomar, además tenía pinta de ser una buena mujer, podría tener unos veinte años daba la pinta de ser una estudiante universitaria
La chica samurai por fin tenía a su víctima y sin tanto esfuerzo, pero algo en ella le impedía hacerlo. Debía decirle a InuYasha que la había encontrado y qué además sería demasiado sospechoso que la asesinara ahí, era más fácil conocer un poco de sus hábitos para así destruirla definitivamente.
La observó fijamente mientras encendía el motor del auto.

—¿Ocurre algo?— pregunto Kagome preocupada, porque tal vez fue un error subir al auto con aquella extraña, sudaba frío y la mandíbula le temblaba. Esperaba una respuesta.

—Nada es sólo que tienes cierto parecido a mi hermana Kikyo...

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Este fanart me encantó 💗

Tentación prohibidaWhere stories live. Discover now