Capítulo 70

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"EL CONVENCIMIENTO PARA KAGOME"

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"EL CONVENCIMIENTO PARA KAGOME".

Si algo que caracteriza a los humanos es el temor o cualquier otra emoción que altere de manera inmediata los sentidos tanto físicos cómo psicológicos de su portador. Kagura lo sabe perfectamente, así que ha decidido ejercer su poder para desgastar el sentido común de la frágil humana que tanto adora Sesshomaru y su Bestia.

La ha de localizar en el mismo sitio que acostumbra ir después del dolor causado por parte de la demonio y de Sesshomaru, ha cambiado de hábitos yendo lo más apartado de la aldea para aclarar aquellas revoluciones que inundan su mente.

Es la hora. Kagome llegó a ese sitio solitario lleno de árboles a su al rededor. Tras las sombras
esos ojos rojisos la observan detenidamente, sonriendo maliciosamente, moviendo el abanico de color blanco de un lado a otro ha capturado a la Sacerdotisa en un encanto terrorífico.

Un lugar concurrido, lleno de oscuridad hay alguien reposando sobre una cama, con el rostro cubierto, probablemente sin vida, Kagome entraba en pánico, pero a la vez le inundaba la curiosidad de aquella persona o ente y se le vino a la mente aquél Yokai. Deliberadamente y a paso lento con el corazón zumbando hasta los pies y la carne de gallina ha decidido cerciorarse de quién se trata, ha sucumbido por la curiosidad y al nerviosismo. Levanto la cobija y Kagome sentía que se desmayaba, pues era ella misma viéndose muerta.

«¿Por qué?», pensaba con los ojos llenos de lágrimas. «Soy yo, no puedo estar muerta». Intentaba gritar pero por más que lograba articular alguna palabra no tenía voz, sólo se le formaba una perfecta o de asombro.

Escuchaba risas del otro lado, aquellas que ya conocía y que muy raras ocasiones llegó a persivir.

«¡Pero si es!»... El corazón le dió un vuelco de alegría.
Sesshomaru estaba ahí, pero no se veía molesto o dolido, de hecho había alguien que lo estaba acompañando muy recargada del brazo.
—¡Esa mirada!— exclamó sorprendida. Esos ojos yo los conozco, son los de aquella mujer.

Pero Kagome no la podían ver, o al menos su alma o algo corpóreo no estaba visible, pero si ese cuerpo tendido sobre aquel rincón cubierto por una tela.

—¡Hasta que por fin lograste quitarte de encima a esa humana!.

Sesshomaru se ríe. —Ya me tenía hasta la madre, lidiar con su especie fue lo peor que me pudo pasar— se inclina a abrazar a aquella mujer. Besarla fue un sacrificio terrible.

—¿Pero te gustó no es así?.

La demonesa estaba abrazándolo, mirando aquellos ojos dorados más fríos y serios de lo habitual.
—Para nada, la única que me importas eres tú Kagura.

Tentación prohibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora