bonsoir monsieur 丼 kookmin.

capítulo 23

Chupó sus dedos y cerró sus ojos con una enorme sonrisa dibujada en su rostro en respuesta. El sabor por fin empezaba a surgir y sus papilas gustativas lo sabían. Tarareó una suave canción y se sintió satisfecho cuando la sopa comenzó a tomar el color blancuzco que aparecía en la imagen respectiva de la receta.

Jimin posó sus manos sobre su cintura viendo la comida y tomó de nuevo su celular para seguir leyendo otras recetas para cocinar después de terminar la que estaba en proceso, pero fue interrumpido por unos brazos rodeándolo por detrás y unos labios posándose sobre su cuello.

—Me desperté y no estabas conmigo —murmuró Jungkook con su voz ronca y con el cabello desordenado.

—No podía dormir así que me puse a cocinar. Hoy tendrás el mejor buffet de comida tailandesa —Jungkook rió y se separó de Jimin, en camino a servirse un vaso de agua—. Tu desayuno está listo, es frío así que no importa —le dijo limpiando sus manos y buscando donde la comida se encontraba, pero Jungkook lo detuvo y depositó un beso sobre su frente.

—Está bien, yo me encargo. Sigue en lo que estabas —Jimin asintió y le pasó el plato con su respectiva comida. Solo lo siguió con la mirada, viendo como Jungkook bostezaba mientras acomodaba todo sobre la barra.

Había pasado un mes desde que había ocurrido la pelea de Jimin con su madre. Había decidido no ir a su casa a buscar sus cosas ya que no estaba preparado para verla de nuevo, y mucho menos para poder hablar con Taehyung quien no contestaba ninguno de sus mensajes.

Pero todo había pasado y Jimin ni siquiera se inmutaba por el trato de su madre hacia él, al contrario, gracias a ella Jungkook y él habían empezado a vivir juntos en un gran departamento en un edificio el cual era tan lujoso y conocido, en el que posiblemente habrían artistas viviendo en el mismo. Y junto a todo aquello, la idea de poder pasar todo el tiempo del mundo con Jungkook, con quien disfrutaba ir de compras para el departamento y la cocina, lugar donde Jimin nunca salía.

Jungkook sólo lo miraba con diversión siempre que veía a su joven pareja cocinando con emoción, siempre dándole la mejor comida que había probado en su vida, y la cual le hacía con mucha ilusión y amor.

Y como ya era hora, el divorcio de Jungkook había llegado a su fin. Por fin era un hombre totalmente divorciado y libre de cualquier relación que pudo haber tenido con Wendy Son. Y aunque la mujer había querido quitarle por completo cualquier oportunidad de que Seokjin y él pudieran verse, no había podido ya que después de todo Jungkook era un buen padre y Seokjin había abogado por él, dejando a un lado el hecho del rencor que aún guardaba a su padre por engañar a su madre cuando aún estaban casados, y aún peor con el hermano de su mejor amigo, o realmente quien había sido su mejor amigo.

—¿Seguro que no quieres nada? —preguntó Jungkook colocándose uno de sus sacos oscuros y depositando un casto beso sobre los labios de Jimin.

—No, tranquilo, si llego a tener que comprar algo yo iré a comprarlo. Ve con cuidado, recuerda que tienes que venir antes de las seis para cenar —acomodó el cuello de su camisa y le sonrió juguetón. —Además, te tengo una sorpresa que estoy seguro que vas a amar.

—¿Ah sí? —Jimin asintió emocionado y lo empujó hacia la salida—. Entonces vendré apenas deje a Seokjin en casa con Wendy.

—Bien —Jimin cerró la puerta y suspiró hondo pensando en que tenía que terminar todo a tiempo ya que a pesar de que era temprano, la comida tailandesa no era rápida de hacer, al menos no los platillos que tenía en mente.

Ese día era el último que obligaba a Jungkook a encontrarse con Wendy, por fin dando aviso que era un hombre libre el cual podía por fin salir con él tan formal como debería, tanto que si ellos quería podrían casarse esa misma noche. Pero era muy pronto para ambos, más para Jimin quien aún era joven y tenía planeado primero terminar su carrera universitaria antes de casarse con el hombre con quien quería pasar el resto de su vida.