capítulo 02

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—¿Bromea? —pregunta Jimin divertido tomando un sorbo de su copa de vino sin dejar de mirar al hombre frente suyo.

Jungkook negó y rió bajo sintiéndose levemente intimidado por la mirada de Jimin. El menor posó la copa sobre la mesa y se inclinó levemente, acercándose hacia el rostro de Jungkook y entrecerrando sus ojos, juzgándolo con diversión.

—Es usted un hombre muy apuesto, no le creo que no tenga a alguien —Jungkook rascó su nuca.

—Te he dicho que no me hables de usted, no me gustan las formalidades.

—Pero a mí sí me gusta. Me gusta tratar a los hombres con respeto, así ellos pueden tratarme por igual —dijo pasando su mano sobre la mesa hasta tomar la del otro, acariciando con su pulgar la palma de su mano.

Jungkook miró sus manos entrelazadas con las de Jimin. Lucían tersas a contrario de la suya, su mano era áspera y grande, la de Jimin era de un tamaño pequeño, suave y con un lugar adornándola, sonrió al recordar cada uno de los lunares que adornaban bellamente su cuerpo, en su espalda, en sus muslos y en su cuello. —Ven aquí —le dijo señalando sus muslos. El menor sonrió complacido y se levantó para tomar asiento sobre Jungkook.

Lo necesitaba, estaba esperando como un loco desde que había llegado que lo sentara en su regazo, que lo besara o que posara sus grandes y cálidas manos sobre sus muslos.

Pero no lo había hecho en toda la noche y Jimin lo odiaba. Parecía un loco necesitado, siempre que Jungkook llegaba iba directamente con él, como si Jimin fuera suyo y Jimin lo supiera, corriendo a sus brazos y dejando a su cliente o convenciéndolo de acabar antes su servicio.

No entendía qué clase de relación especial tenía con ese cliente, Jungkook era diferente a los otros hombres, era respetuoso, cariñoso y divertido, le hacía reír siempre que estaban juntos, por torpezas, bromas o simplemente una anécdota que le había ocurrido en ese mismo día. Normalmente Jimin se hacía el interesado cuando hombres solitarios llegaba a contarle su aburrida vida, pero Jungkook nunca lo aburría, y si parecía hacerlo, le pedía perdón y amablemente le invitaba a tomar la palabra.

Jimin suspiró aliviado cuando el moreno abrazó su cintura y depositó un suave beso sobre su mejilla. Mierda, ni siquiera había sido alguna insinuación Jimin ya estaba derretido entre sus brazos.

—¿Iremos a arriba? —preguntó Jimin pasando sus manos por el pecho de Jungkook y acomodando el cuello de su camisa negra.

—Lo siento pequeño, pero hoy no puedo —Jimin mordió su labio inferior y asintió ocultando su devastadora decepción.

Ridículo, eres un ridículo Jimin. Se dijo a sí mismo enojado y reteniendo las inmensas ganas de besar a su cliente.

No debería de pasar eso, Jimin debería sentir asco y no debería ser tan insistente con Jungkook, debería sentirse aliviado que esa noche no iba a tener que acostarse con otro hombre más, pero era como si su cuerpo se negara y dijera "No, Jungkook tiene que hacerse cargo".

—Tengo un compromiso y no puedo faltar, de verdad.

—No se preocupe señor —dijo el menor sintiendo como Jungkook acariciaba sus mejillas y su barbilla con una sonrisa.

—No te enojes —Jimin frunció su ceño—. Sé que querías que me quedara.

—No estoy enojado, para nada señor, se está confundiendo. Este es mi trabajo —Jimin se cruzó de brazos.

—Hey, Jimin...

—No hable, quedan sólo cinco minutos y usted debería aprovecharlos si realmente no quiere que esta compañía haya sido en vano.

bonsoir monsieur 丼 kookmin.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن