capítulo 13

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Vulgar.

Así se sentía en ese momento, pero no se sentía incorrecto, se sentía bien, adecuado, con ganas de seguir con su trabajo mientras Jungkook le felicitaba y le decía lo hermoso que era y lo bien que lo hacía.

En un principio Jimin estaba convencido de que trabajar con Jungkook iba a ser lo mejor que le podría haber pasado. Por dios, ¿quién no quería trabajar con su novio y así poder verse siempre y poder estar juntos siempre que quisieran?

Pero no, no era así.

Siempre había gente alrededor llamándolo "Jimin ven por aquí" "Agenda esto por favor" "No olvides decirle al señor Jeon que tiene junta en una hora con Byun Baekhyun" "Ve con el señor Jeon y dile que venga deprisa, tiene un cliente en espera." Jimin estaba agotado, había pensado que ser su asistente era fácil, que sólo tendría que verse bonito para él y tendría que llevarle un café el cual se cobraría con un par de minutos abrazados y besándose. Pero al contrario, apenas le entregaba el café, su pequeño audífono inalámbrico ya estaba sonando, con la secretaria preguntándole donde se encontraba ya que necesitaba pasar distintos papeles a Jungkook.

Apenas llevaba un par de días y ya sentía que habían pasado treinta años, aunque no sabía si se debía al estrés que llevaba o porque todo el cansancio lo hacía sentir como un viejo de sesenta años.

Pero siempre quedaba libre su horario de almuerzo el cual siempre se la pasaba en la oficina de Jungkook, con Jimin quejándose de Hani, la molesta secretaria que no dejaba de tratarlo como su asistente personal en vez del de Jungkook.

Y entonces allí llegaba el término "Vulgar" el cual no salía de su cabeza cada vez que se le insinuaba a Jungkook cuando entraba en su oficina hasta el punto de ofrecerle mandar a la mierda todo y cerrar con llave la oficina y hacer a Jungkook resolver su frustración, para segundos después —como siempre— ser interrumpido.

Y después de seis largas horas de trabajo, allí se encontraban, ambos en la oficina de Jungkook, con Jimin sentado sobre su regazo y con su mano trabajando arduamente sobre la erección de su mayor, soportando las ganas de quitarse todo y pedirle que lo tomara allí mismo, pero no podía, no cuando en cualquier momento podrían tocar la puerta y pedir que la abrieran. No podían arriesgarse con un conserje siendo llamado y abriendo la puerta.

Mucho menos con saber que sería un gran escándalo el encontrar al gran señor Jeon enredado con su asistente.

Suficiente ya era con los cientos de comentarios que Hani inventaba y contaba a los demás trabajadores del lugar, inventando que Jimin pasaba mucho tiempo en la oficina de Jungkook y siempre que le hablaba lo hacía con un tono coqueto y sin vergüenza —cosa que realmente no era totalmente mentira— pero le molestaba que lo dijera a todos los jodidos empleados del edificio.

Jimin se bajó del regazo de Jungkook y le sonrió lascivamente cuando se arrodilló frente a él y sin soltar la erección de su compañero, repasó la yema de sus dedos suavemente sobre la extensión, llegando hasta el glande y jugando con el pre-semen que se resbalaba por la hendidura.

Jungkook suspiró entrecortado llevando una de sus manos hacia el cabello de Jimin, acariciándolo y enredando sus dedos en él, tratando de contener aquellas inmensas ganas de apretarlo y jalarlo, para así poder ver su hermoso rostro con sus labios tan hinchados por los largos minutos que llevaban besándose en su hora de almuerzo. Posiblemente ya había acabado pero no le importaba, sólo quería que su pequeño y hermoso novio hiciera lo que quisiera con él.

Lo necesitaba tanto.

Pero Jimin parecía amar los rodeos en ese momento, ignorando la petición de Jungkook con aquel agarre, y mirándolo atentamente, cada detalle que quería que se quedaran guardadas en su mente para siempre. Ver aquella dura expresión que se formaba en el rostro de Jungkook, aquellas pequeñas perlas de sudor que se habían formado en su frente fruncida, y su respiración agitada.

bonsoir monsieur 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora