Al día siguiente el joven caminaba tranquilamente hacia el gremio de aventureros solo para ser recibido por la enojada semi-elfa que lo reprendió por todas las cosas que había hecho en el poco tiempo que llevaba en la cuidad, sin duda era algo realmente impresionante si lo ponías en una balanza, pero también algo muy estúpido e impulsivo.
Después de unos minutos de regaño la joven de cabellos cafés lo dejo ir solo para que él chico pudiera apreciar una aglomeración de gente en el tablón de anuncios del gremio, parecía realmente interesante para que tantas personas se juntaran.
Quítense, sexy hombre pasando. – quitaba a todos con el braceo de sus manos y ninguno se atrevía a reclamar, sus hazañas se habían extendido rápidamente por cantinas de la cuidad, puestos de frutas y hasta por los mismos dioses que esperaban las reacciones en cadena por todo lo que el chico hacía.
*aiz Wallenstein [princesa de la espada] alcanza nivel 6*
El chico arranco el anuncio para luego ir a donde se encontraba Eina que veía al joven acercase con una expresión bastante fiera que hizo que se encogiera en su lugar.
¿Cómo subo de nivel?, ya no sé qué más puede impresionar a los dioses. – rugió molesto mientras aporreaba aquel papel en el escritorio, Eina primero lo obligo a disculparse por su salvaje manera de pedir las cosas para luego empezar a contarle sobre todo lo que había que hacer para ganar el reconocimiento de los dioses, pero algo en particular llamo su atención.
Vencer a un monstruo Rex – fueron las palabras de la mujer castaña, Bell desde que llego había estado deseo de combatir con uno, pero por la limitación de Eina en cuestión pisos lo dejo con ganas de enfrentarse a uno, Bell después de una rápida sesión de estudio asesorado por Eina llegó a la conclusión de que Amphisbaena sería su digno rival a enfrentar, un alado dragón de 2 cabezas de color blanco seria su oponente y traería su ítem para probar su valor a los dioses.
Cuando Eina trato de advertirle aquel joven ya había partido al calabozo.
Bell caminaba por la calle principal solo para encontrarse con una escena peculiar, su dios arrastraba una enorme caja por la calle dando su máximo esfuerzo para no desmayarse en el proceso.
Apolo-sama ¿Qué está haciendo? – la voz de su niño fue su rayo de esperanza, así que peinando su alborotada melena rojiza procedió a explicarle la situación.
Esta de aquí. – dijo pateando levemente la caja con sellos de la familia herrera Goibniu. – es tu arma personal, un martillo de guerra bautizado como [Quebrantador del Amanecer] esta bendecido por el Sol y te acompañara en tus batallas de hoy en adelante niño de apolo. – el dios había dado la mejor introducción a su arma, cuando pidió permiso para abrirlo el dios no lo negó dejando que viera su nuevo ''juguete''.
Es... bellísimo. – dijo en voz alta con una sonrisa enorme, un martillo de grabados dorados con un mango negro y su punto de choque de un hermoso platinado, era hecho de los mejores materiales que se pudieran encontrar... el chico hubiera seguido con su observación del arma cuando una petición del dios lo saco de lugar. –
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