CAPÍTULO 160: UNIDOS POR EL DOLOR

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Víktor pasó esos dos días sumido en la tristeza

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Víktor pasó esos dos días sumido en la tristeza. Encerrado en su habitación, tirado en la cama con la almohada empapada por sus lágrimas, recordaba cada instante que había pasado con Mila desde que la había conocido, tantos años atrás.

Recordaba su sonrisa, tan fácil, tan amplia, tan brillante; la carcajada que solía acompañarla, tan fresca, tan sonora, tan risueña; el brillo de sus ojos del color del cielo a mediodía, tan brillantes, tan profundos, tan vivos.

Y luego recordaba esa sonrisa torcida en una mueca de dolor y horror; la risa congelada en un último grito; los ojos vacíos mirando a la nada.

La sangre. La cabeza clavada en su varita. Su cuerpo colgando desmadejado.

Sus últimas palabras. «Véngame».

En un primer momento, el shock le había dejado tan helado que solo había podido llorar; pero al llegar al colegio y ver sus manos manchadas de sangre, la sangre de su mejor amiga, había sentido tal asco de la imagen que había presenciado, que había tocado, que había vomitado hasta quedarse sin nada en el estómago. Luego se había duchado, quitándose las manchas de sangre de su piel, pero no la sensación cálida y pegajosa que había dejado tras de sí. No fue capaz de dormir porque sufría pesadillas en las que Mila iba tras él, rogándole que se vengase por ella, su cabeza entre sus manos mientras gritaba y gritaba hasta que el chico se despertaba.

Chris intentó ir a verlo, pero no consiguió nada. Víktor no le ignoró, no deliberadamente, sino que su mente ya había desconectado del mundo. Un mundo donde Mila ya no estaba.

Primero se había negado a esa posibilidad. Aquello debía ser otra pesadilla y Mila estaba bien, debía estarlo. No podía ser que de verdad hubiese muerto. Pero cuando amaneció esa mañana y vio que el mundo seguía igual, que seguía lloviendo fuera de los muros de Hogwarts pero también dentro de su cuerpo, aquel vacío se llenó con ira.

Una furia ardiente trepó por su pecho y se extendió hasta sus manos, que acabaron quemando las sábanas en las que se había envuelto. Un vendaval hizo que las ventanas se rompiesen y la lluvia entrase en su cuarto. Los muebles se destrozaron. Y en el epicentro estaba él, tumbado en la cama, sin sentir las llamas ni las esquirlas del cristal ni los cortes que la madera de los muebles provocaba en su piel. Solo gritaba y gritaba, con las uñas clavándose en la almohada, las rodillas pegadas al pecho.

El ruido alertó a los alumnos de Ravenclaw, que llamaron a la directora. Fueron incapaces de abrir la puerta. Ni siquiera cuando apareció Chris de nuevo llamándole y gritándole que parase, Víktor se detuvo. Siguió gritando y dejando escapar su magia hasta que le dolió la garganta, las lágrimas se acabaron y regresó el vacío.

Entonces sí, la puerta se abrió. Apagaron el incendio. Arreglaron los muebles y las ventanas. Chris le curó las heridas aunque no fuese necesario. Y Víktor se dejó hacer, desconectado otra vez de todo, como una marioneta que fuese arrastrada por sus propios sentimientos.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora