CAPÍTULO 7: LA COPA DE LA SELECCIÓN

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El jueves por la mañana, Mahoutokoro despertó ajetreada. Cuando Yuri bajó de su cuarto acompañado de Phichit y Seung-gil, los recibió un conglomerado de gente flanqueando la puerta del Gran Comedor. Por primera vez en mucho tiempo, las puertas estaban cerradas, ocultando lo que sucedía en su interior.

Recordaba una escena similar cinco años atrás, cuando solo era un crío de primero y le intimidaba el colegio: todo ese alboroto se debía a la Copa de la Selección. Por aquel entonces, tuvo que refugiarse detrás de Yuko y Takeshi y ni siquiera tenía la suficiente confianza con Phichit como para estar con él.

La incomodidad no había cambiado demasiado en cinco años: no le agradaban las multitudes y saber que cientos de ojos lo observarían mientras vertía su sangre en la Copa no le hacía especial ilusión. Sin embargo, esta vez pasó entre los más jóvenes y se abrió paso hasta poder, por lo menos, salir de las escaleras.

Divisó a Yuko y Tao-hen entre la multitud y tiró de Phichit hasta ellas.

-¿Por qué no abren ya las puertas?- se quejó Tao-hen en voz muy alta para hacerse oír por encima del ajetreo. –¡Tenemos hambre!

-Están colocando las cosas ahí dentro- explicó Phichit, como si la chica fuese una niña a la que había que explicarle todo con paciencia. –Ya sabes, una gran expectación, un gran espectáculo.

-Menos mal que aún no han llegado todos los periodistas- repuso Yuko, algo nerviosa. Ella tampoco se sentía cómoda entre tales multitudes. –He visto a algunos, pero la mayoría siguen debatiéndose con Yin y Yang.

Yuri agradeció que los pixius no se fiasen de los periodistas y sus enormes cámaras. Seguramente hubiesen llegados todos juntos desde Uagadou, pero sólo la Copa habría conseguido atravesar el torii de la entrada sin ningún problema.

-¿Cuántos periodistas creéis que vendrán?- preguntó Tao-hen mientras se recolocaba un mechón oscuro de su largo pelo.

-Muchos- los chicos se giraron hacia Takeshi, quien apareció de entre un grupo de niños de primero y segundo que parecían muy inquietos. –Demasiados. Pero nos harán tanto caso como a los de Uagadou: ninguno. Si están aquí, es por trabajo; a donde quieren ir es a Durmstrang.

-Qué pesados todos con Nikiforov, de verdad- se quejó Tao-hen, entrecerrando sus ojos dorados. –Pronto nadie se acordará de ese chico: que lo olviden de una vez y se centren en lo que importa ahora.

-Yo también pienso que esa obsesión con Nikiforov es excesiva- comentó Yuko, aunque en realidad no le hacía mucho caso a la conversación: le prestaba más atención a los apuntes de Astrología que repasaba en ese momento. –Si no va a participar, que se fijen en el resto. Aunque no hay duda de que es muy famoso ahora.

Yuri tuvo que contenerse para no salir en defensa de su ídolo, pero también tenían algo de razón: tendría sentido que el mundo estuviese tan interesado en Víktor Nikiforov si él decidiese participar; pero, si había dicho que no lo haría, entonces, ¿por qué seguir embelesados con él durante el Gran Prix Mágico?

Sin embargo, Yuri lo entendía: si él fuese un periodista, también estaría deseado viajar a Durmstrang para conocer a Nikiforov. Sólo con poder decirle lo mucho que lo admiraba, era suficiente.

-Pues tendremos que lucirnos entonces nosotros- Phichit se pasó los dedos por su pelo, despeinándolo, y adquirió una expresión seria. –Mirad, así: tenéis que parecer interesantes y poderosos, y las cámaras apuntarán hacia aquí.

-A mi no me hace falta actuar: sé que me apuntarán las cámaras- repuso Tao-hen, agitando sus largas y tupidas pestañas.

-Pues espero que no te saquen ese enorme grano que te ha salido en la nariz.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Where stories live. Discover now