CAPÍTULO 131: COLOSOS

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El despliegue de medios no era tan inmenso como había sido en las otras escuelas

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El despliegue de medios no era tan inmenso como había sido en las otras escuelas. Había periodistas que seguían informando sobre los avances del Gran Prix Mágico ya no solo como competición, sino también como foco de atentados. Desde el ataque de los erumpents en el Bazar Makhfi, pasando por el terremoto y su consecuente tsunami en Mahoutokoro, hasta desembocar en el ataque del dragón en Castelobruxo. Todas las escuelas de magia que los Elegidos habían sufrido duros golpes y se esperaba que Ilvermorny no fuese una excepción.

Jamila había seguido trabajando en descifrar la profecía de Hazboun, a la que muchos otros Adivinos se dedicaban, pero veía el resto de atentados como una neblina espesa y gris. «No distingo nada claro en el futuro inmediato —había dicho con cierta aprensión—, pero mucho me temo que tampoco nos libraremos esta vez. Espero que al menos no sea por culpa de los Sombras».

No le habían dicho nada a la prensa, pero la gente no era estúpida. El Gran Prix había pasado de ser una competición llena de fiestas y emoción, a convertirse en un evento con el que había que tener mucha precaución. Se habían formado grupos manifestantes en contra del torneo, pero estos no sabían lo atados que se encontraban sus Elegidos.

Lysander Lovegood sí conocía la situación, y así intentaba retratarla en el número de esa semana de El Quisquilloso. Siempre había sido una revista que mezclaba noticias de actualidad con prensa sensacionalista, pero en los últimos días la directora —su madre, Luna— había decidido ajustar el tono a la situación.

«Queremos contar la verdad, pero no crear alarma —le había dicho en su última carta—. Mantén informado al mundo sobre lo que ocurre en Ilvermorny, incluso de lo malo: pero enseña también lo bueno, lo fantástico. No olvidemos que esto es un torneo de magia: recuérdales lo emocionante que es. Y ten mucho cuidado, mi doxy».

Lysander sonrió para sí, doblando la nota de su madre, y cogió su cámara y su vuelapluma. Incluso aunque la niebla sempiterna de Ilvermorny tapase los rayos de sol, se colocó sobre sus rizos dorados su querida febora y sonrió para sí.

Él era un periodista que amaba su trabajo. Aunque muchos hubiesen huido por la gravedad de los ataques, él prefería quedarse y escribir lo que la gente necesitaba saber: Lysander temía más a la desinformación que al fuego.

Por eso se levantó temprano y se dirigió hacia el escenario que se había montado en la entrada del colegio, aunque fuera de sus murallas. Decenas de organizadores del Gran Prix Mágico preparaban un entramado de asientos en los que el público, incluido él mismo, podría disfrutar del espectáculo. Aunque ya no se permitiese la entrada de turistas, como en otras ocasiones, y a pesar de que había menos alumnos que de costumbre, las gradas eran tan amplias que podían acoger a todo el colegio en ellas.

Se acercó hasta el nuevo Director del Comité en Ilvermorny, el profesor Mark Karev. A pesar de que había sido nombrado hace poco para supervisar los preparativos del Gran Prix Mágico, parecía desenvolverse con soltura, dando órdenes a diestro y siniestro con una voz calmada y afable.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Where stories live. Discover now