CAPÍTULO 12: ¡BIENVENIDOS A LA ESCUELA DE MAGIA DE UAGADOU!

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-Yuri, despierta.

Yuri sintió un zarandeo que nada tenía que ver con el vaivén del Kazefune en el cielo. Abrió los ojos, algo desconcertado al principio, sin saber qué estaba pasando. Lo movían con tanta insistencia y fuerza. Se incorporó, algo asustado, hasta que vio que la cara de Phichit. Al comprobar que el chico no parecía tener miedo de que el palacio fuese a estrellarse o a explotar, se relajó.

-¿Qué hora es?- inquirió. Eso de estar viajando de una punta del planeta a otra lo desconcertaba: se suponía que llevaban ocho horas de viaje, tal vez nueve, pero el sol seguía intentando asomar por el cielo.

-No lo sé, pero está amaneciendo. Deben de ser las siete o las ocho de la mañana.

Yuri buscó sus gafas y se las puso, algo desconcertado. ¿Todavía estaba amaneciendo?

-¡Pero eso no es lo importante!- Phichit tiró de su manga, haciendo que se pusiera en pie, y lo empujó hacia la ventana de la habitación de Yuri. -¡Mira, estamos a punto de llegar!

Yuri se colocó mejor las gafas para poder observar el paisaje que se extendía a sus pies. A través de los pétalos que aún flotaban alrededor del Kazefune distinguió una vasta extensión de tierra dorada. El sol, a pesar de sólo estar asomando, ya impregnaba el aire de calor.

Cortando la planicie de la tierra, una cordillera recorría el paisaje hacia el oeste de donde se encontraba y, a los pies de esa cordillera, un río serpenteaba desde un enorme lago. La imagen de sequedad contrastaba mucho con la de las aguas cristalinas del lago.

Yuri se fijó más en la cordillera. Había algo extraño en ellas: se veían rocosas, empinadas y asiladas; pero, en lo alto de una de las cimas, una extraña niebla envolvía las rocas. Sólo esa cima.

-¿Ésas son...?

-Las Montañas de la Luna- los dos chicos se giraron hacia la puerta, donde la profesora Minako se encontraba de pie, agarrada a la puerta. Antes, cuando se suponía que habían almorzado (aunque Yuri tampoco tenía claro de si había sido un almuerzo, una cena o un desayuno), la profesora se había negado a comer nada. Parecía que se mareaba en el aire. Sin embargo, en ese momento parecía haberse recuperado lo suficiente como para acercarse a los chicos. –Y aquello- señaló la cumbre envuelta en niebla, -es Uagadou.

-¡Eso quiere decir que vamos a llegar enseguida!- exclamó Phichit, que sacó su cámara y se puso a hacer fotos. Casi estaba colgando de la ventana, con medio cuerpo fuera. Minako pareció temer por la vida del chico, porque tiró de su túnica hacia dentro.

-Por desgracia, el Kazefune no puede aterrizar allí arriba- apuntó con su dedo al enorme lago que se extendía a los pies de la cordillera. –Lo hará en el lago. Acabo de mandar una lechuza para que sepan que estamos a punto de llegar: como sois dos de los Doce, seguramente la orilla del lago esté llena de periodistas. Sed simpáticos, sonreíd y responded algunas preguntas. Pero no os enrolléis con ellos.

Yuri tampoco es que tuviese muchas intenciones de enrollarse a hablar con los periodistas, pero entendía que tendría que hacerlo.

-A mediodía, supuestamente, tiene lugar la reunión de los Elegidos. Hasta entonces, van a ser unas horas en las que vais a tener que prepararos para la Ceremonia de Inauguración. Yo estaré allí, así que no os preocupéis. Todo irá bien si sonreís- ella sonrió, como para dar ejemplo. Phichit la imitó y Yuri arqueó una ceja, suspicaz. –Soreíd- repitió ella, tirando de las mejillas de Yuri hacia arriba. Yuri se vio obligado a sonreír y Phichit, a su lado, soltó una carcajada. –La apariencia es también muy importante: tenéis que causar una buena impresión. Tú lo harás muy bien, Chulanont.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Where stories live. Discover now