CAPÍTULO 137: VIAJES PARA SANAR

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Víktor se había despertado cuando Yuri se levantó para salir a correr, llevándose a Makkachin consigo, pero había decidido quedarse acostado

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Víktor se había despertado cuando Yuri se levantó para salir a correr, llevándose a Makkachin consigo, pero había decidido quedarse acostado. El día anterior había muerto y eso siempre le dejaba alguna secuela, como el cansancio que le aplastaba en ese momento contra la cama. También le dolía el cuello, ahí donde había tenido una profunda herida por la que había perdido mucha sangre que todavía no había repuesto. Su organismo trabajaba más rápido cuando resucitaba, pero aún estaba anémico.

Aprovechó para retozar en la cama y descansar. Se arrebujó entre las cálidas mantas y se inclinó hacia la cama de Yuri, que habían arrimado a la suya para poder dormir juntos. Su lado aún estaba caliente por el cuerpo de su novio, así que extendió sus dedos fríos para sentir dicha calidez.

Cerró los ojos, recordando el rostro de Yuri momentos antes de morir. Cuando era pequeño, lo último que veía siempre era el rostro de Sergéi sonriendo con satisfacción; ahora, Yuri siempre lo observaba lleno de angustia, de pánico, de dolor. Víktor sentía dos cosas muy opuestas al ver esa mirada: la primera, culpa, por saber que le hacía daño a Yuri cuando era lo que menos deseaba en el mundo; y la segunda, dicha, porque tenía a alguien que se preocupaba tanto por él como para llorar de esa manera su muerte.

Se sentía egoísta frente a ese segundo sentimiento. No debería alegrarle ver el sufrimiento de Yuri... No, no le alegraba. Lo que le hacía sentirse contento era saber que estaba a su lado. Que lo quería lo suficiente como para sentir tal dolor al morir. Que había alguien que de verdad lo amaba y lo abrazaría mientras moría, susurrando «te quiero» repetidas veces como si eso pudiese salvarle.

En el caso de Víktor, así era. Yuri le había salvado.

Sonrió para sí, enterrando el rostro en la almohada de Yuri, que todavía conservaba su olor. Yuri utilizaba un champú fresco con olor a cítricos que volvía loco a Víktor. Inspiró hasta que su aroma quedó impregnado en su nariz y luego abrazó la almohada, como un inútil sustituto de la persona que quería abrazar.

Se sentía feliz de una forma absurda cuando pensaba en Yuri. Le hacía sonreír por nada y por todo, hacía que su corazón latiese con más rapidez de la que era posible y sentía que el cuerpo se calentaba con un cosquilleo incluso en las mañanas más frías.

Había elegido muy bien a su compañero de competición. Quién le iba a decir que acabarían así, compartiendo cama, abrazándose por las noches y deseándose dulces sueños con un beso. Era más de lo que podía haber querido para sí, ese chico rompecorazones de Durmstrang que había tenido docenas de parejas con las que nunca quiso nada serio.

Ni siquiera todas esas personas juntas podían sumar lo que una sola sonrisa de Yuri le provocaba.

Por una parte, deseaba que Yuri volviese a la habitación. Hacer el vago, besarse, acariciarse un poco más allá de los límites de la ropa, reír y hablar entre susurros. Pero un recuerdo previo a su muerte cortó sus pensamientos. A veces, le ocurría: la gente decía ver su vida pasar ante sus ojos antes de morir; Víktor a veces recibía fogonazos de su muerte después de que ocurriese.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang