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— poquito sueño cargas... — sonrio Mila acariciando suavemente la cabeza de Mateo que se encontraba apoyado en su hombro

— me quede hasta tarde jugando a la play con Mica, no dormí un carajo — respondió él en un bostezo mientras abrazaba el brazo de Mila para acomodarse mejor

Los días pasaban y las cosas se ponían cada vez mas tensas. Esa flaca le caía cada vez peor, se metía en todo, no los dejaba medio segundo solos y tiraba comentarios que sentía que estaban fuera de lugar pero es que no podía hacer nada. No quería mostrarle sus inseguridades a él, confiaba en Mateo, pero cada vez se hacía mas insostenible.

Las horas de clases pasaron bastante rapido para ser recien miercoles, cuando quisieron acordar ya se podían retirar para ir cada uno a su casa.

— dale amor, comemos algo rapido, un rato veni nomás... desde el finde que no pisas mi casa — le insistió Mateo

— es que no quiero joder... — soltó ella hablando bajito

— Mila sos mi novia boluda ¿a quien vas a joder? deja de decir pavadas... — respondió él mirandola confundida

— bueno pero un rato nomas que si no mi vieja se pone re gede... — asintió ella con una media sonrisa poco convecida

Saludaron a sus amigos y se encaminaron directo a la casa de Mateo donde el olor a comida invadio sus fosas nasales.

— hola bebe... — lo saludó Mica con un beso en el cachete a su amigo

— que rico olor... — sonrió él

— hola... — soltó Mila haciendo un movimiento con la cabeza a modo de saludo

— ah hola... no sabía que venías... — soltó ella — bobo me hubieras dicho que venia la chica, no hice comida para tantos... — negó Micaela empujando ligeramente el hombro de Mateo mientras revolvía la cacerola

Mila por su parte solo se limito a girar disimuladamente los ojos. No le salía tener el caracter como para decirle algo, al contrario, toda esta situacion solo la hacía sentir mal, sensible.

— no pasa una... yo ahora como un sandwich y fue... — sonrió Mateo acariciando despacio la cintura de Mila

— ay pero gordo... hice los ravioles con salsa que a vos te gustan... — dijo la morocha haciendo un leve puchero

— bueno los pruebo otro día amiga, coman ustedes...

— no "gordo"... no pasa nada... yo no tengo hambre... — susurro su novia de manera casi inaudible encarando para la escalera

— ¿a donde vas amor? — le preguntó él

— ¿puedo subir a cambiarme el uniforme? — cuestiono Mila con la voz ya algo entrecortada

— si obvio bebe... yo voy en un toque que tambien me tengo que cambiar... — asintió él

Mila subió tomando aire repetidas veces para no largarse a llorar. Sentía que cada pelotudes que hacia esa tarada se lo hacía para joderla y lo peor es que Mateo no se daba cuenta de nada. No entendía como no se enteraba de que la mina se le estaba regalando con moño y todo.

Cuando abrió la puerta se encontro con la gota que colmo el vaso. El corpiño de una mina que no era ella estaba en la cama de su novio.

Ya no aguantó más, las lagrimas le empezaron a salir sin aviso, como cuando no queres llorar pero tampoco lo podes controlar.

— eu... — soltó Mateo confundido mirando como ella intentaba secarse las lagrimas para que él no se diera cuenta, aunque claramente ya era tarde.

Chico enigmaWhere stories live. Discover now