𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹𝟼 (𝙴𝚟𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘)

574 41 80
                                    

Día: Lunes 

●'ω●'ω●'ω●'ω●'ω●'ω●'ω●'ω●'ω

–Hablemos.

–Hablaremos, pero no tienes por qué atarme a una silla.

–Son medidas de seguridad. –Yuugo colocó la cinta en la mesa, y tomó asiento, mirando fijamente a Ray, el cual se encontraba atado a la silla. – En esta casa hay reglas, Tienes prohibido prender la cocina, Cumplimos con el horario, No traes animales de la calle y lo más importante, me respetas.

–Yo no traje a ese perro. –Comentó Ray observando al peludo animal de color negro que corría de un lugar a otro, destrozando la casa.

–¿Entonces quien lo trajo?

–El me siguió.

Yuugo apoyó sus manos a la mesa –Hablaré con tus padres, pediré más dinero por mantenerte a ti y a ese pulgoso animal. Dame sus números.

–No tengo padres.

–No me vengas con tus mentiras, Se muy bien que eres hijo de los Ratri.

–Era. –Corrigió Ray – Ahora no tengo ninguna relación con ellos.

–En aquella ocasión, tú... ¡Tú me mentiste!

El pequeño perro se aproximó hacia Yuugo y se orinó sobre sus pies, aquel acto podía ser una señal de cariño y afecto, o tal vez de rebeldía. Yuugo dirigió su mirada al perro de color blanco, observando el rostro de Ray reflejado en el animal, con el flequillo peculiar en él.

–¡Guau! – Ladró el perro moviendo su cola con emoción, al parecer sentía afecto por Yuugo.

○'3'●'3'○'3'●'3'○'3'●○'3'●'3'○'3'●'3'○'3

(Narrado por Nat)

¿Alguna vez se han dormido en clases?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Alguna vez se han dormido en clases?

En realidad, esa no debería ser una pregunta, sé muy bien que alguna vez todos lo hemos hecho.

Las explicaciones de Yuugo eran las mejores que conozco hasta ahora, debieron pagarle más por enseñarnos, era el primer profesor con el que no necesitaba buscar videos de YouTube para comprender una clase.

«Si tan solo los exámenes fueran así de fáciles»

Bostecé, Me encontraba cansado, mis huesos sonaban cada vez que me movía. Era como si un camión me hubiera atropellado, y después me hubieran pisado 100 elefantes.

–Nat... – Cuando aquella persona pronunciaba mi nombre el ruido que me rodeaba se desvanecía. – Nat... – Solo podía escuchar su dulce voz, llamándome. – ¡Nat, levántate! ¡No puedes dormir en clases!

Solo quédate a mi ladoWhere stories live. Discover now