Recuerdo 3

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En cuarto año estuve en la clase de Gabriel. Él ya tenía un grupo de amigos bastante cerrado, así que cureosear acerca de su vida era un poco complicado. Hubiese sido extraño ir por allí preguntando mil cosas sobre alguien que no era mi amigo. O por lo menos así lo veía yo.

Había rumores extraños sobre él: la gente decía que estaba enfermo, o que su madre estaba metida en cosas extrañas. Pero dichos rumores no iban más allá de murmullos uno que otro día al mes. Era como si a la gente no le importara mucho el asunto de un chico que parecía buscar mantener un perfil bajo.

Mi asiento estaba pegado hacia una pared, cerca a una ventana. mis amigos se sentaban cerca, y normalmente era fácil hablarle al profesor por la distancia entre nuestras mesas. Por otro lado, Gabriel se sentaba siempre atrás, así que era algo complicado ver qué era lo que hacía.

Durante las clases, Gabriel escribía el día entero. Podía verlo de vez en cuando cada vez que yo giraba mi cuerpo para conversar con Nathan, sentado atrás mío. Gabriel se veía siempre concentrado, mirando y escuchando al profesor o a la profesora, garabateando a veces dibujos que yo no alcanzaba a ver.

También lo noté durante la fiesta de Pascua que celebrábamos en el colegio: Gabriel era curioso, y de una manera que me llamaba la atención. Reía como todos, escribía como todos, y tenía detalles que la gente no se molestaba en mencionar dentro de los rumores.

En las comidas compartidas, esas que hacíamos antes de una festividad, cada uno debía llevar comida y Gabriel una de esas personas que no llevaba comida para compartir. Mientras que, por otro lado, yo era de esas personas que pedía pizza y pastel para todos.

Eso me sorprendía de algún modo. La manera en la que Gabriel tomaba gomitas de frutas avergonzado. El modo en el guardaba las galletas saladas que nos entregaban durante el compartir en su mochila, siempre intentando no ser visto por nadie.

Una vez intenté acercarme. De hecho, le pregunté sobre el clima, por si pensaba si ese día llovería, o algo similar. Eso le pregunté, en un intento desesperado por generar conversación.

—¿Te conozco? —fue lo que respondió sin mirarme directamente al rostro. Y eso me afectó. En ese instante me había sentido tan ignorado como ofendido... aunque no lo suficiente para terminar enojado.

—Claro que me conoces, me estás viendo ahora y sabes mi nombre, ¿no, Gabs? — fue lo que respondí.

—No —dijo él antes de pedir permiso para ir al baño.

Y esa fue mi primera interacción.

Enséñame, GabrielWhere stories live. Discover now