Dos tontos

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—Te mentí, August —comenté inesperadamente.

Estábamos echados sobre el sillón de mi sala. Habíamos estado conversando sobre Shrek, y él comentaba algo acerca de la escena en donde este último y Burro mencionaban que los ogros eran como la cebollas: supuestamente, ambos tenían "capas".

—¿De qué hablas? Gabs—respondió August asustado.

—No había ningún Max. No estaba esperando por ningún amigo. Pero te dije eso porque me pregunté si te podrías celoso—comenté. Y como acto seguido me acurruqué en su gruesa polera.

—Oh... —respondió.

Cerré mis ojos y extendí mi brazo sobre su abdomen, abrazándolo con algo de recelo.

—Al final —mencioné y acaricié su ropa —nadie nunca antes me había llamado Gabs, ¿sabes?

August no respondió y yo solo pude escuchar el ritmo de su corazón acelerarse.

—Uhm, Gabs suena... —intentó decir algo, pero lo interrumpí antes de que pudiera continuar.

—Está bien —comenté, y lo abracé nuevamente —Yo pensé que me odiabas —solté entre murmullos.

—¿Yo, a ti? —Preguntó él, incorporándose sobre el sillón y provocando que yo cayera al suelo —¡Ah! Lo siento —exclamó él, ayudándo a levantarme.

—Siempre estabas mirándome con el rostro serio —comenté mientras me sentaba nuevamente —De hecho, me enojó que una vez vieras cómo hacía algo que no quería que nadie más notara —admití, cruzando los brazos —Y, sinceramente, no soy una persona muy agradable... August —finalicé.

No escuché una respuesta. Solo sentí las manos de August sostener las mías, y luego el tacto de sus labios sobre mi mejilla.

—Ey, creo... creo que el problema era yo jajaja... —comentó August. Y poco después se atoró con su propia risa.

Alcé una ceja, mirando de lado como él intentaba tomar aire. Y sentí cómo una sonrisa invadía mi rostro sin antes notarlo. Me levanté del sillón y fui rápido hacia mi cocina para servirle un vaso con agua a August, quien aún en la sala luchaba contra su propio atoro.

—Te traté mal porque pensé que querías burlarte de mí —comenté, y le entregué el vaso con agua. Él lo sostuvo con ambas manos, y los ojos bien abiertos, antes de tomar el agua con desesperación.

—Pero...

—¿Pero qué?

—Jajajajajaja—rió él, y se atoró de nuevo con el agua. Y pensé que era un tonto por reírse con sinsentido—. Es que noté eso —comentó, intentando respirar muevamente.

—¿Qué cosa?

—No eres grosero, solo te expresas mal —continuó, terminando de tomar el agua del vaso.

Yo, desde donde estaba, alcé ambas cejas en respuesta y lo miré fijamente hasta que él se aterró.

—Eh... ¿Gabs? —preguntó él, dejando el vaso de vidrio con mucho cuidado sobre mi mesa —¿Dije algo malo? —preguntó.

Enséñame, GabrielWhere stories live. Discover now